27 de julio 2024

Una luz en el camino hacia la Vera Cruz

Caravaca de la Cruz es una de las cinco ciudades con un jubileo a perpetuidad, a celebrar cada siete años. El 7 de enero comenzó este tiempo de gracia en el que, en palabras del obispo de Cartagena, Mons. José Manuel Lorca Planes, en la Misa de apertura del jubileo, «Caravaca se convierte en foco de espiritualidad y peregrinación, siendo una luz que ilumina, el signo más grande del amor entregado».

El Año Jubilar es «un año de gracia, un tiempo de perdón, un periodo en el que todos hacemos presente en nuestra vida la luz gloriosa de Cristo», expresa el rector de la basílica santuario de la Vera Cruz de Caravaca, Emilio Andrés Sánchez, y asegura que es así mismo «un año especial porque es un año de esperanza, caridad y fe, que es la luz para poder entender las cosas de Dios».

La luz jubilar

Durante el Año Jubilar son muchos los que se ponen en camino, ya sea en bicicleta, a caballo o a pie, y llegan hasta la basílica con amigos, junto a su parroquia, solos o en familia. Desde que se declaró abierto este periodo de gracia, para aquellos que se acercan en peregrinación hasta la basílica, desde el horizonte se puede percibir, en lo alto de la muralla, una señal que indica que el final del camino está cerca. Se trata de la luz jubilar, una luz que permanece encendida durante las 24 horas del día de manera ininterrumpida, y que no se apagará hasta el día de la clausura.

La luz jubilar es visible desde la lejanía ya que se encuentra sobre una de las torres del recinto amurallado de la basílica y «recuerda que ese alcázar custodia un tesoro». Además, este signo también tiene una función de faro, una indicación que guía al peregrino para seguir la andadura e ir en esa dirección. «Desde que se vislumbra en el camino indica al que la ve que ya está cerca su encuentro con la Vera Cruz, que ya está a falta del último empujón, de los últimos pasos para encontrarse con aquello que realmente ha venido a buscar».

La visita a Caravaca durante el tiempo jubilar, afirma Emilio Andrés Sánchez, marca en la vida de todos aquellos que llegan hasta esta ciudad «un antes y un después puesto que es una oportunidad de conversión, de encontrarse con Cristo colgado en el madero, siendo una ocasión de aprender a ser capaces de darnos a los demás, de abrir el corazón a la esperanza, a la fe y al amor y compartirlo con todos los que nos rodean». Por eso, no duda en invitar a todos aquellos que tengan previsto peregrinar próximamente a levantar la mirada durante el trayecto y buscar en el horizonte esa luz jubilar, que no es solamente una luz para iluminar, sino para mostrar el camino a la Cruz, que es camino de amor.

Cristina Celdrán
Licenciada en Comunicación Audiovisual. Responsable de edición de videos.
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