1 de junio 2018

Religiosas de la Orden de Nuestra Señora de la Merced, Lorca

Este año las mercedarias celebran 800 años de la fundación de su orden, por San Pedro Nolasco.

El 26 de diciembre de 1512 el arcipreste Montesino del Puerto cedió su casa en Lorca para que se convirtiera en monasterio de religiosas. Al principio, entraron dos mujeres para formar una comunidad; una de ellas era Teresa, la hermana viuda del arcipreste, que fue la primera superiora. En un principio no estaban vinculadas a ninguna congregación, sino que dependían directamente del Obispo de la Diócesis de Cartagena.

Durante unos años estuvieron discerniendo sobre la congregación religiosa a la que adherirse. La historia de la Orden de Nuestra Señora de la Merced señala que fue en 1515 cuando se fundó la comunidad de Lorca, tres siglos después de que el 2 de agosto de 1218 naciera la orden masculina, con el objetivo de acabar con un gran problema social de la época, la cautividad de los cristianos. La presencia de mercedarias en Lorca “para redimir cautivos, por ser tierra de frontera”, fue el factor determinante de la fundación de este convento femenino según cuentan las religiosas.

Entre los distintos acontecimientos que marcan los escritos de esta comunidad lorquina, destaca que en 1629 pidieron al entonces Obispo que enviara a una abadesa de otro convento murciano para que las instruyera en la vida regular, por lo que se incorporaron a la comunidad dos religiosas justinianas concepcionistas del convento Madre de Dios de la ciudad de Murcia.

Aunque su carisma libertador ha marcado el camino de estas religiosas, a lo largo de los años, esta comunidad se ha ido adaptando a las necesidades de cada momento.

El número de religiosas ha ido variando. Actualmente hay seis, pero han llegado a convivir alrededor de 40 monjas en el convento lorquino.

Unidas en la acción y la oración

La casa de esta comunidad es “lugar de puertas abiertas para quien quiera vivir una experiencia inolvidable de auténtica libertad”, aseguran las hermanas. Juntas oran por la humanidad, por la Región de Murcia y los murcianos; sin alejar su mirada de la Virgen.

Desde 1914 la educación, como nueva forma de liberación, bajo la luz de María de la Merced, es el proyecto en que se concreta la acción pastoral de esta comunidad. Formar y educar es su meta, poniendo un énfasis especial en la atención a la diversidad. En el colegio que regentan, el Colegio Madre de Dios, cuentan actualmente con 780 alumnos, de entre 2 y 16 años.

En este centro educativo trabajan por la dignidad humana, siendo testimonio de fe y libertad. Con los profesores comparten la misión e identidad que las caracteriza. “En clase les preparamos para la vida y queremos que nuestro colegio sea un lugar de encuentro, donde se pueda contar con los amigos, vivir la fiesta y celebrar la vida”, explican. Esta orden religiosa ofrece actividades que van más allá del currículo oficial, y que están orientadas a una educación íntegra del alumno y de su vida de fe.

Cuentan con distintas acciones fuera de las que realizan en las aulas de estudio: el Movimiento Juvenil Mercedario, la Asociación de Antiguos Alumnos y la Asociación de Padres. “Juntos –dicen las religiosas– vamos construyendo ‘merced’ y buscamos ser con María: ternura de Dios”.

Concretamente, con el Movimiento Juvenil Mercedario fomentan el ideal de libertad característico del carisma, cultivando la fe y llevando a cabo proyectos comunes, como la realización de actividades por el día del ayuno voluntario o por celebraciones de fiestas propias de la orden.

Carisma

“Libres para liberar” es el lema bajo el que las religiosas mercedarias llevan a cabo su acción evangelizadora, con un carisma que las hace “ser libertad”, viendo a Jesucristo como libertador de la humanidad. Con esa misión misericordiosa nació la Orden de la Merced en el siglo XIII: redimir a los cristianos cautivos.

Sus constituciones marcan su labor en pro de la libertad del hombre: “Las nuevas formas de cautividad, que constituyen el campo propio de la misión y cuarto voto de los mercedarios, se dan allí donde hay una situación social en la que ocurren las siguientes condiciones: es opresora y degradante de la persona humana; nace de principios y sistemas opuestos al Evangelio; pone en peligro la fe de los cristianos; y ofrece la posibilidad de ayudar, visitar y redimir a las personas que se encuentran dentro de ella”.

Humildad, sencillez, alegría y disponibilidad son cuatro de los valores que marcan el estilo de vida de estas monjas, que incorporan a los tres votos comunes de todos los institutos religiosos uno más, según el cual los mercedarios están “alegremente dispuestos a dar la vida, si fuere necesario, por un cautivo que esté en peligro de perder su fe”. Valores y carisma que comparten la rama femenina y la masculina de esta orden religiosa.

Un colegio solidario donde se vive la fe

El colegio de las mercedarias en Lorca, que cuenta con 780 estudiantes, trabaja de forma incansable por la paz y la solidaridad, construyendo así un compromiso con todos sus alumnos y personal docente. Entre las actividades que desde el centro se llevan a cabo para fomentar este proyecto está la realización de una tómbola, donde todo lo recaudado va destinado a la Fundación La Merced, concretamente al Proyecto ERA (Espacio de Recreación y Aprendizaje) que promueve esta institución en la República Dominicana. Allí, la familia mercedaria trabaja contra el trabajo infantil bajo el lema: “Ser feliz es el único trabajo que debe tener un niño”.

La escuela también participa en distintos concursos de música que organiza la Asociación de Padres, en los que se promueve la libertad. Además, ofrece un proyecto llamado Aprendizaje Servicio, con el que los estudiantes pueden vivir distintas experiencias de ayuda a los más necesitados con labores en Cruz Roja, Cáritas, residencias de ancianos, enfermos de Alzheimer y en el Proyecto ALCA (Alternativa a la calle) de las Hijas de la Caridad en Lorca, en el que trabajan por la integración de niños y jóvenes, de entre 4 y 16 años, en riesgo de exclusión social.

Antiguos alumnos

Rollicos y reliquias en la fiesta del día de San Blas son una tradición que desde la Asociación de Antiguos Alumnos se han retomado. En ella se pide al santo, representado en un grupo escultórico del autor murciano Francisco Salzillo, que proteja a los fieles de los males de garganta. Ese día, el 3 de febrero, son muchos los lorquinos que se acercan para celebrar esta tradición junto a las mercedarias, participar en la Eucaristía, comprar rollicos y venerar al santo.

En Navidad, sin embargo, esta asociación, junto a la de padres y al colegio, prepara un acto con los Reyes Mayos para pequeños y mayores. Actividades para crecer como familia mercedaria, pues, como aseguran las religiosas: “a solas poco podemos y juntos, desde la fe, casi todo es posible”.

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