21 de octubre 2022

Los misioneros: el corazón del Domund

En el día del Domund, recordamos el testimonio de cuatro misioneros murcianos que desarrollan su labor en países de África y América, y que entregan su vida a la misión con alegría.

Ellos son quienes, en la misión, dedican su vida a hacer presente el amor de Dios en los lugares más desfavorecidos. Ellos son quienes trabajan para llevar a Cristo a quienes no lo conocen y más lo necesitan y, con motivo del Domund, la Iglesia pide rezar por ellos especialmente en el mes de octubre.

Son los misioneros: religiosos, religiosas, sacerdotes y laicos (muchas veces en familia) que, también desde la Diócesis de Cartagena, salen al mundo entero y convierten su vida en testimonio del Evangelio.

Una de estas misioneras es Carmen Molina, de la Compañía Misionera del Sagrado Corazón de Jesús. Lleva toda una vida, casi 60 años, en la selva amazónica de Perú, dedicada a ofrecer la Buena Noticia a unos hermanos que viven una realidad muy lejana a la nuestra, pero que ella siente muy cerca: «Realmente son personas por las que merece la pena dar la vida, y estoy muy decidida a seguir allí con ellos», afirma.

También estos hermanos sienten esa cercanía de la Iglesia y de los misioneros, tanto en su día a día como en los conflictos que sufren sus tribus: «Nos sienten compañeras, nos sienten cercanas, nos sienten familia. Y luchamos con ellos, disfrutamos con ellos, trabajamos con ellos, sufrimos y gozamos con ellos».

En su visita a Murcia, Carmen Molina nos invitaba a confiar en que las ayudas, que son muy eficaces, llegan a las misiones; y lanzaba una petición: «Que crezca la solidaridad y la sensibilidad hacia unas realidades que están muy lejos, pero que están amenazadas».

Otra de estas misioneras es la hermana María Dolores López Parra, de las Hermanas Misioneras de la Sagrada Familia, que ha trabajado en Colombia y posteriormente en Kenia. Allí, su congregación desarrolla su labor en torno a la familia, con una atención centrada en la persona: «Sobre todo, lo que las personas necesitan es que les presten atención; que sepan que son importantes para nosotras», subraya la hermana María Dolores.

Para ella, la misión es fundamental en el mundo de hoy, donde todo se relativiza: «Mucha gente ha dejado de conocer a Cristo. Ahora se dice que todas las creencias son válidas, pero nosotros sabemos que Jesús es la verdad; y enseñar la verdad es una obligación, aunque mucha gente no quiera oírla y diga que “todo vale”».

Para colaborar en esta tarea de llevar la verdad de Cristo a los demás, propone, ante todo, oración: «Yo soy una forofa del poder de la oración. Suelo decir que hay leyes matemáticas, leyes psicológicas, leyes fisicoquímicas y leyes espirituales. La oración es una de ellas, Jesús lo dijo claramente: “Pedid y se os dará”. La oración es básica».

Rosendo Garres Contreras, sacerdote diocesano natural de Molina de Segura que ha sido misionero durante 50 años en Zimbabue, destaca la importancia de ayudar a quienes verdaderamente no pueden ayudarse a ellos mismos: a los más pobres de entre los pobres. «Cuando acabó la guerra en Zimbabue y se dio la independencia al país, teníamos una misión muy remota en la selva, con muchos ríos que atravesar sin puentes. Como había que reconstruirlo todo, porque estaba prácticamente en ruinas, le sugerí al señor obispo: “¿Por qué no ponemos esa misión en otro sitio que sea más accesible, por cuestión de carreteras?”. Y me dijo: “No, porque esa misión se encuentra donde están los más pobres de Zimbabue, y esa misión no se mueve de ahí”. Yo alabé su decisión y dije: “Pues vamos a trabajar con los más pobres de Zimbabue”».

Otra murciana que dedica su vida a la misión es Ángeles López, de las Hermanas Misioneras Combonianas. A sus 82 años, trabaja en Mozambique, donde sobrevivió el pasado mes de septiembre a un ataque terrorista. Pese a lo ocurrido, está muy dispuesta a regresar a la misión, y lanza este mensaje: «Quisiera decir a los jóvenes que merece la pena gastar la vida por la misión. Que hay muchas personas que nos esperan con sed de saber, con sed de Dios, de conocer algo nuevo, algo diferente. Y ellos lo aceptan quizá con una fuerza mayor que nosotros. Merece la pena dar la vida por este ideal».

Un ideal que se recuerda cada octubre en la campaña del Domund, para redescubrir la labor de los misioneros y seguir teniéndolos muy presentes durante todo el año.

Carmen García
Graduada en Periodismo. Redactora.
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