14 de junio 2020

Cercanía desde la distancia en la atención a los más vulnerables

Rafael Hostench es profesor de informática jubilado, está casado con Luisa y tienen un hijo. Los tres son voluntarios de Cáritas porque, en su casa, ayudar a los demás es “una labor que se asume como una cosa natural”. Actualmente, es el director de la Cáritas parroquial de Santiago el Mayor de Totana, aunque, para él lo más importante es poder desarrollar su voluntariado como “uno más” y estar “donde haga falta cuando se necesite apoyo”. Siguiendo el ejemplo de sus padres, dice haber tenido desde pequeño la necesidad de colaborar, sintiéndose, por este motivo, “un privilegiado y llamado por el Señor”.

Hace unos 25 años, cuando se casó con Luisa y formaron su familia, le preguntó a su párroco sobre las posibilidades de colaboración en el ámbito de la parroquia. El sacerdote le orientó hacia el voluntariado en Cáritas. Al principio, cuando solo disponía poco tiempo libre, comenzó ayudando en diferentes responsabilidades. Conforme fue cambiando su situación laboral y administrativa pudo ir dedicándole más tiempo. “Cuando mi hijo era pequeño y le preguntaban dónde trabajaba su padre decía que en Cáritas, porque se creía que yo me dedicaba a esto de manera profesional”, recuerda Rafael. En el mundo laboral, su actividad también ha estado siempre cercana a los más vulnerables de la sociedad. Hasta su jubilación, hace tres años, trabajó en un centro donde se impartía formación a personas desempleadas, con talleres de soldadura, corte, confección y patronaje, entre otros; y también se realizaban cursos para trabajadores en activo. Como informático se especializó en la enseñanza de sistemas CAD y diseño gráfico para el desarrollo de productos tanto en el ámbito técnico como artístico.

Para realizar la labor como voluntario, recomienda prepararse de una manera muy sencilla: “Simplemente hay que ir y ponerse delante del Sagrario y pedirle al Señor que nos dé fuerza y nos provea para poder ayudar a las familias más vulnerables”. Cuando se declaró la pandemia, aconsejó a algunos voluntarios que “se quedaran en casa y se protegiesen”, ya que por edad o por patologías previas pertenecían a alguno de los grupos de riesgo. Ante la incertidumbre por la evolución de la situación, también se lo dijo a otros de menor edad con la intención de que pudieran estar disponibles cuando hiciera falta como refuerzo de los equipos.

Ahora, la atención a las familias se realiza siguiendo los protocolos de seguridad, pero “intentando transmitir cercanía desde la distancia”. Aunque Rafael reconoce que en este momento no hay otra forma de hacerlo, su propósito es seguir mandando “el claro mensaje de que la Iglesia está junto a los más desfavorecidos”, para ayudarles en lo que sea necesario.

Durante estos días, en esta Cáritas parroquial de Totana han contado con el apoyo de diferentes organizaciones, así como de particulares, que, mediante las donaciones en especie y también económicas, han permitido ir afrontando el día a día “con suficiencia a la hora de poder atender a los más necesitados”. También han sido muchas las personas que han querido colaborar como voluntarios. Cuando le preguntan por lo que necesita responde que todo lo que precisa se “lo va mandando siempre el Señor”. Rafael quiere pedir a las personas que actúen “con sensatez y sentido común” en este tiempo, para que la generosidad se siga ejerciendo como hasta ahora, ya que considera que es “la mejor manera de ayudar a los hermanos”. Agradecido por cómo se ha podido atender a los ciudadanos que han necesitado la ayuda de Cáritas, admite que una de sus preocupaciones es que la sociedad olvide esta generosidad con el paso del tiempo, expresando su deseo de que se continúe mostrando como hasta hoy “el compromiso adquirido con el Evangelio y con la doctrina de Jesús”, que ha llevado a los voluntarios a dejar sus casas en periodo de confinamiento para estar al servicio de los demás.

Cristina Celdrán
Licenciada en Comunicación Audiovisual. Responsable de edición de videos.
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