Reflexiones semanales
5 de septiembre 2021

Renueva la confianza en Dios

XXIII domingo del Tiempo Ordinario

Agosto ha pasado y nos ha dejado el recuerdo de unos días de inmenso calor y con él se han ido las vacaciones, el tiempo de descanso, el olor a mar y a pueblo. Hemos comenzado septiembre con el pensamiento en la vuelta al ritmo ordinario, pensando en las fiestas de los pueblos y barrios, pero como excusa para no caer en el recuerdo de esos días tranquilos de campo, viajes o playa. Pues, bienvenidos a la realidad amigos. También los primeros días de septiembre tienen su encanto, es cuestión de ponerse a caminar al ritmo de los acontecimientos y de tomarle el pulso a la vida con normalidad y alegría. Nos espera un año con infinitas posibilidades, comenzando por volver a reunirnos con nuestra comunidad parroquial para celebrar la Eucaristía dominical y volver a cantar a Nuestro Señor, con una sola voz, «somos la Iglesia que camina y juntos caminamos…».

Este domingo tenemos que venir con la fuerza de una ilusión renovada, porque la Palabra de Dios nos tiene reservada la sorpresa de una decisión, la tuya, porque eres el protagonista de tu vida, poner tu vida de cara al Señor, sí, pero de verdad, puesto que sabemos que lo necesitamos; ya nuestras debilidades y rutinas no suelen tomar vacaciones, el carácter o los modales de cada uno siguen con cada cual y, por eso, es necesario oír a Dios que nos habla al corazón. No tengas miedo y prepárate, abre ahora tu corazón y escucha. Tú eres un bautizado, una persona querida por Dios, cuyos ojos los debes tener abiertos a la belleza de la creación, los oídos atentos a la Palabra de la misericordia y de la salvación, eres un ser capaz de abrir tus brazos para acoger y amar con generosidad, porque lo has aprendido de nuestro Padre Dios. En la segunda lectura de este domingo, la del apóstol Santiago, se nos dice que «Dios ha elegido a los pobres para hacerlos ricos en la fe y herederos del Reino, que prometió a los que le aman». ¿Qué queremos más? Este año debemos tomar conciencia de ese gran regalo de la fe, de reconocernos hijos de Dios sin el miedo al qué dirán, sino con la libertad de los hijos de Dios. Seguro que vamos a tener oportunidades para actualizar nuestra fe, para hacerla nuestra y para que la vivamos dando testimonio de ella ante un mundo cada vez más necesitado de conocer el bello rostro de Jesucristo.

Las lecturas nos dan el ánimo y el consuelo que necesitamos, porque nos anuncian que el Señor siempre está cerca de nosotros y viene en nuestra ayuda. En la primera lectura explica esto de una manera bella cuando dice que el Señor llega hasta las necesidades más inimaginables de la persona: cura las enfermedades y nos fortalece, también llega su mano a la naturaleza, que le da nueva vitalidad. Es que Jesús es el Señor de la Gloria, porque ha resucitado y ha vencido la muerte. Con estas palabras se comprende que se le pida a un cristiano, que tenga confianza, que fortalezca la fe y que procure alejarse de comportamientos no propios de un hijo de Dios y comience con una verdadera conversión. Jesús llama y pide una respuesta, ¿estamos dispuestos a correr para buscar a Jesús? ¿Estás dispuesto a dejar todo lo que te impide seguir al Señor? La respuesta afirmativa a estas preguntas es un buen punto de partida. Si nos ponemos en camino, el Espíritu Santo nos asistirá con su fuerza para que seamos capaces de vivir en total consonancia con la voluntad de Dios. Feliz domingo.

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