El regalo de la alegría del Espíritu
III domingo de AdvientoEscuchar a Dios es cada día más importante por la necesidad que va creciendo en nosotros de sentirle y de reconocerle cercano, a pesar del empeño social de querer apagar la luz de Dios en nuestros corazones. El empeño por apartar a Dios de nuestras vidas es la razón que nos ha animado a favorecer que la gente se acerque a Dios, que le conozca y tenga experiencia de lo que supone, al igual que lo vivieron los discípulos de Emaús. La Diócesis de Cartagena está potenciando la Lectio divina, facilitando el método de la misma en una publicación, que está disponible para todos en nuestra web y en forma de librito en la Librería Diocesana. Cada semana ofrecemos la Palabra de Dios, especialmente el Evangelio, para poderla interiorizar con la metodología de la Lectio divina, con la seguridad de hacer mucho bien a quienes lo sigan. Estos materiales los podéis encontrar en nuestra página web (www.diocesisdecartagena.org).
Las tres lecturas de este domingo están muy acordes para hacernos entender que se hace necesario detenerse a escuchar con sencillez de corazón. El profeta Isaías nos presenta la mayor de las aventuras que un ser humano pudiera desear: tener el Espíritu del Señor, estar ungido por Él. El que tiene el Espíritu del Señor tiene un poder que le supera, una fuerza positiva capaz de crear, de consolar al que sufre; el que tiene el Espíritu del Señor hace milagros: puede vendar los corazones desgarrados, proclama la amnistía a los cautivos, libera a los prisioneros; su tarea se centra en anunciar el tiempo de la gracia… Así se explica que San Pedro insista en que no cerremos la puerta de nuestro ser a Dios, porque nos espera el gozo y la alegría.
En Adviento no cerréis las puertas al Espíritu, porque debemos ser heraldos, mensajeros, al estilo de San Juan Bautista, testigos de la luz para que todos vengan a la fe, ¿no os parece que hay razones como para cumplir esta tarea? ¿Verdad que se necesitan cada día más hombres y mujeres que sean la voz que grita en el desierto? Bueno, ¿a qué esperas? Lo más bonito que nos podría pasar es colaborar con el Señor para que nuestros amigos, vecinos, compañeros… puedan reconocer el rostro del Señor, porque está en medio de nosotros, aunque no le conozcan. Es hora de dar pasos adelante. En este Adviento puedes hacerlo, puedes ser un apóstol para dar a conocer al Señor, hacer este regalo de la fe a los que te rodean, porque quien tenga el Espíritu tiene asegurada la fidelidad (Ex 39,29) y que el don del Espíritu es universal, para todo hombre de cualquier raza y condición (Ac 2,23; Ef 1,2).
Os animo a tomar en serio todos los bautizados la tarea evangelizadora, que nos preguntemos si verdaderamente nos acercamos a los demás para hablarles de Dios, porque eso es esencial en estos días, dar a conocer el mejor tesoro que tenemos, la fe. Ya sabéis lo que significa evangelizar, el Papa Benedicto lo decía así: “Evangelizar significa acercarse a las personas para ayudarles a conocer a Jesucristo y creer en el Dios que le resucitó de los muertos. Significa promover una pastoral que favorezca expresamente la fe en Dios”. Espero que en Adviento podamos cumplir esta tarea.
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