Reflexiones semanales
12 de diciembre 2021

Necesitamos a Juan Bautista

III domingo de Adviento

En esta semana escucharemos un bello mensaje, con una fuerte invitación a la alegría, la razón es evidente, porque se nos presenta a Cristo como nuestro Señor y Salvador. «Regocíjate, hija de Sion, grita de júbilo Israel; alégrate y gózate de todo corazón…», nos dirá el profeta Sofonías, que en su época les da la clave a sus conciudadanos y les dice que, aunque la fuente de sus tristezas sea muy grande, la presencia de Dios en sus vidas y en su pueblo es la causa de la alegría, porque el Señor ha expulsado a sus enemigos, ha hecho desaparecer sus temores, y los ama y los salva. En la misma línea van el salmo y la carta de Pablo a los filipenses, todo apunta a la misma dirección, darnos razones para sonreír, porque Dios ha disuelto los negros nubarrones que nos esclavizaban y nos ha traído la salvación y la libertad. Por eso Pablo puede decir: «Estad alegres en el Señor, os lo repito, estad alegres».

Una razón poderosa nos urge a la alegría, que el Señor está cerca. Veremos la importancia de la predicación en la persona de san Juan Bautista, porque gracias a sus palabras se comprenderá la reacción de muchos, cuando preguntan: ¿Qué hemos de hacer? La Palabra nos pone también hoy ante esta pregunta: ¿Qué debo hacer yo hoy en mi situación concreta? La respuesta ha de ser de todo el Pueblo de Dios y en responsabilidad, especialmente en este tiempo cuando el Papa Francisco nos pone a pensar sobre la sinodalidad. Los laicos estáis llamados por Dios para transformar el mundo desde dentro, a modo de fermento; que vuestra gran tarea será ser presencia y acción de la Iglesia en el mundo, en la sociedad, en las estructuras e instituciones, poniendo en valor la comunión, la unidad, en corresponsabilidad, participando en la misión… Los laicos sois la Iglesia en el mundo, de manera asociada o personal.

Todos estamos llamados a la misión, a predicar con iniciativa evangelizadora, proponiendo acciones y valorando las posibilidades de llevar a los otros a Jesucristo, que es el único que nos ofrece la salvación. Todo en un clima eucarístico, de comunión, de caridad, de presencia de Dios, pero con la intrepidez que os dará el Espíritu Santo. Cada vez es más necesaria la figura de Juan el Bautista y tú estás llamado a vivir como un precursor, como un profeta en medio del desierto de nuestro mundo. Para nuestra sociedad de alta tecnología en comunicaciones, que aísla a tantos, se necesita a Juan; para que reconozcamos que los avances en medidas de seguridad no hacen desaparecer el miedo, se necesita a Juan; para denunciar a los que presumen de derechos humanos y luego desprecian la vida del hombre, se necesita a Juan; un precursor que desenmascare a los que se dicen amigos de la verdad y luego se descubren como artífices de ficciones y falsedades… Todos podemos ser esta figura, como decía el Papa Benedicto XVI, «en medio de la incertidumbre de este tiempo y de esta sociedad, dad a los hombres la certeza de la fe íntegra de la Iglesia. La claridad y la belleza de la fe católica iluminan, también hoy, la vida de los hombres. Esto sucederá, en particular, si la presentan testigos entusiastas y capaces de transmitir entusiasmo». Fijaos cómo en el Evangelio, la pregunta siempre es la misma, ¿qué hacemos?, y la respuesta, también es siempre la misma: conviértete y verás tu vida iluminada. Feliz domingo.

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