Reflexiones semanales
6 de febrero 2022

La voz de Dios nos interpela y nos llama

V domingo del Tiempo Ordinario

Hoy vamos a tomar conciencia de la fuerza de la Palabra de Dios y de la necesidad de responder por nuestra parte. En la Palabra de Dios encontramos la vida. En el Evangelio de este domingo vemos a Jesús predicando desde una barca y a todos los demás pendientes de su palabra. Jesús es el protagonista de esta historia, lleva la iniciativa, ha sido el Señor el que se ha acercado a unos pescadores, que parecen cansados y derrotados y les pide que le retiren un poco de tierra para poder hablar a la gente… ¡ellos obedecen! Luego les manda que remen mar adentro y que echen las redes… y le obedecen, no se resisten. El evangelista se encarga de resaltar el resultado de haberse fiado: con una pesca abundante, con una redada que casi revienta la red, por lo que necesitan pedir ayuda y casi se hunden las barcas.

La lección que hemos aprendido es sencilla: debemos fiarnos de la Palabra del Señor, porque el Señor es capaz de sorprendernos siempre, incluso en aquello en lo que somos “expertos”. Sencillamente lo que hemos aprendido es que cualquiera de nosotros sin Jesús no somos nada, nuestras acciones son estériles, mientras que, si estamos en la obediencia a Dios, todo se vuelve fecundo, hace eficaz nuestro trabajo y da buenos frutos. A nosotros, que nos reconocemos tan sabios, tan expertos y maravillosos, nos ha dado el Señor una gran lección, puesto que nos ha enseñado el valor de la obediencia, de saber escuchar con humildad la voz de Dios, aunque lo que nos pida nos parezca que es absurdo o inútil. Hemos aprendido a obedecer, a conocer la respuesta de la fe y de la confianza en Dios.

La actitud de san Pedro, ante los acontecimientos vividos, es ejemplar y modélica para todos. Han sido testigos de que lo que les parecía imposible, Dios lo ha hecho posible. Pedro no se atrevía ni a mirar a la cara a Jesús, pero el Señor sale otra vez a su encuentro para mostrarle otro signo de confianza: «No temas, desde ahora serás pescador de hombres…». Jesucristo le ha hablado personalmente a él, conoce las intenciones de su corazón, entra hasta lo más hondo de su ser iluminándolo todo, desde sus formas de vivir, sus miedos y preocupaciones, hasta sus posibilidades y valores, y luego le dice: no temas, confío en ti, te necesito… ¿Quién se resiste ante esta invitación tan determinante? Esta escena ayuda a los discípulos a vencer sus miedos, temores e inseguridades y hasta sus certezas escuchando a Jesús y respondiendo con rapidez: Por tu palabra echamos las redes. El resultado es evidente, es de nuevo la respuesta de la fe, que da fruto en abundancia. Jesús ha vuelto a tenderles la mano y les ha ganado el corazón.

Pensemos un momento en la importancia de la experiencia de encontrarnos de verdad con Cristo, de romper nuestros miedos y temores y decirle que sí a algo posible porque nos conoce más que nosotros mismos, nos ha sacado de la oscuridad de nuestros ojos con la luz de su presencia y la fuerza de su Palabra y le hemos respondido con un seguimiento incondicional, humilde, obediente, movidos por la fe en Él. Pero Jesús sigue saliendo a los cruces de todos los caminos y a los puertos de todos los mares para decirnos: Ven conmigo y te haré pescador de hombres. Este es el fruto principal de la pesca milagrosa. Dios espera nuestra respuesta generosa y personal. Feliz domingo.

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