Reflexiones semanales
13 de enero 2019

El Bautismo de Jesús y la acción del Espíritu

Bautismo de Jesús

La Palabra de Dios que nos propone la Iglesia para este día comienza con un mensaje de consolación: “Consolad, consolad a mi pueblo… hablad al corazón de Jerusalén, gritadle que se ha cumplido su condena y que está perdonada su culpa” (Is 40,1). No puede ser más bello este comienzo, porque la beldad de la que hablo es la que procede de la inmensidad del corazón de Dios, que se nos muestra cercano y misericordioso, comunicándonos que ha llegado la hora del perdón, la hora de la liberación de las cadenas que nos tenían atados a la tierra. Dios muestra la fuerza de su poder para regalarnos la paz y la salvación. Pero, curiosamente, la fuerza de la que habla es la de la ternura y la fuerza del amor, como lo describe el profeta Isaías: “lleva en brazos a los corderos y conduce con delicadeza a las recién paridas”.

En esta fiesta solemne del Bautismo de Jesús debe quedar claro la centralidad de Jesucristo, nuestro Salvador, para anotar en nuestro cuaderno de ruta cómo tiene que ser nuestro estilo de vida y esto lo necesitamos oír de nuevo, porque no vivimos en tiempos fáciles y porque somos olvidadizos. Las envidias, los recelos, los descartes, las soledades y las indiferencias que reconocemos como asunto grave en nuestra sociedad, tan denunciadas por el Papa Francisco, nos están hablando de la urgente necesidad de tomar decisiones para un cambio de ruta, para una verdadera conversión y, por si te decides, el mejor modelo es Cristo. Acabamos de terminar la Navidad, la fiesta de la ternura y de la presencia de Dios con nosotros, la fiesta de la familia y los días de alegría, el tiempo donde todos hemos notado removerse y latir con fuerza el corazón, ¿nos vamos a quedar así, tan parados, tan cómodos? ¿Vamos a seguir la rutina que nos amenaza con no cambiar nada de nuestras viejas vidas?

En primer lugar, pregúntate: Jesús, ¿quién eres? La respuesta será rápida, lo hemos estado viendo en esta Navidad: Jesús es la manifestación suprema de la ternura y del amor de Dios a la humanidad, en él se manifiesta la gracia de Dios y nos trae la salvación a todos los hombres; el amor del Padre nos viene dado por medio del Hijo y del Espíritu Santo; nos ofrece como regalo la vida eterna por los méritos de su Pasión, Cruz y Resurrección. Jesús es el Mesías esperado, el Hijo predilecto al que hay que escuchar, puesto que en Él se han cumplido ya las Escrituras; es el rostro visible de Dios. Su misión es liberar a los hombres de todo mal y es el que puede dar vista a los ciegos, la libertad a los prisioneros, pan a los que tienen hambre, salud a los enfermos y vida a los muertos…

En esta fiesta se remarca especialmente el sentido del Bautismo que también hemos recibido nosotros, que nos transforma el corazón dándonos una vida nueva con la fuerza del Espíritu Santo y que nos ha hecho hijos del Padre. El evangelista San Lucas escribe que estando Él en oración recibió la fuerza del Espíritu Santo, mientras una voz anunciaba que es el Hijo Amado, que lo escucháramos. Escuchar a Dios en este tiempo es ser coherente con la misión que se nos encomienda, la de evangelizar, anunciar el Reino de Dios, especialmente a los pobres y desheredados de este mundo, para que conozcan la Luz de la salvación, que conozcan al Salvador.

Que Dios os conceda este año lleno de gracia y de bendiciones.

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