Reflexiones semanales
21 de enero 2018

Cambia el rumbo de tu vida y sígueme

II domingo del Tiempo Ordinario

En el Evangelio de San Marcos, al comienzo del año, se nos abre el inmenso panorama litúrgico donde poder celebrar la grandeza del corazón de Dios. En las lecturas de este domingo encontramos un mensaje de esperanza y de consuelo para los fieles, para aquellos que han decidido escuchar a Dios, para aquellos que vuelven su rostro y se ponen en camino cuando se sienten llamados. En la segunda lectura, San Pablo advierte a los corintios de dos cosas: que el momento es apremiante y que la representación de este mundo termina pronto. El apóstol de las gentes les urge a los cristianos de sus comunidades a tomar conciencia de las oportunidades que les dará Dios; que no se detengan ante lo caduco y que caminen hacia lo seguro con paso firme, que caminen hacia Cristo, que es nuestro Señor y Salvador sin olvidar que hay que mantener la vigilancia para no desviarse del verdadero objetivo de sus vidas. También a esto le llamamos conversión, a tener la lucidez para recuperar el camino, dejarse mover por la santidad y el amor a Dios, que no ha dejado de resonar en los oídos de todos los cristianos del mundo, porque nace del mismo Evangelio.

Escuchad con atención las otras lecturas de la Palabra que nos hablan más sobre la conversión, de fiarnos de Dios, que nos trae la Buena Noticia, la alegría de la Salvación. La conversión es la capacidad de retornar de nuevo a Dios, de cambiar de ruta y de decirle que le vas a amar más, que estás verdaderamente arrepentido de las huidas, de haberte alejado de Él y de ir por otros caminos. La conversión es tener el corazón vuelto a la gracia de la misericordia divina, que siempre da una respuesta positiva y te reconcilia con Él, contigo mismo y con los demás. La confesión de los pecados, no es sino la manifestación exterior de este deseo interior de cambiar. El Señor ha querido que encuentres fácilmente el perdón de tus pecados en la Iglesia, cuando te acercas a recibir el sacramento de la reconciliación. Tú mismo, como hizo el hijo pródigo, debes hacer un alto en el camino para pensar sobre el dolor que te supone la separación de Dios y la necesidad que tienes de ponerte en paz con Él: "Me levantaré, iré y le diré". Es necesario ponerse en pie y buscar a Dios, porque tú solo no puedes "solucionarlo". Y así comienzas el itinerario del ansiado regreso a Dios Padre para encontrarte con el perdón, la bondad y el amor. A partir de tu decisión de volver, verás cómo todo cambia a tu alrededor, la realidad te parecerá distinta, porque la estás viendo con ojos nuevos, sentirás que el tiempo pasa rápido y los viejos proyectos y preocupaciones, todo aquello por lo que vivías, dejará de tener protagonismo, porque ahora lo que verdaderamente importa es estar con Dios, lo que importa es sentirte perdonado y querido.

En el Evangelio sobresale la urgente llamada que hace Jesús a sus discípulos para que sean ellos también mensajeros de buenas nuevas. Si el tema de la conversión se presenta como urgente, la llamada para la evangelización no lo es menos. El Señor la cuida con esmero y llama a los que quiere para que anuncien a todos la cercanía del Reino de Dios, la presencia liberadora del Mesías, Señor y Salvador. Escucha con atención la Palabra de Dios y déjate llevar por la apremiante llamada a colaborar con todas tus fuerzas en esta maravillosa aventura. Vuelve el rostro, Jesús te llama.

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