Un café para combatir la soledad no deseada
Jesús Abandonado pone en marcha la campaña Café Solidario, en la que la ciudadanía, hasta este viernes, podrá colaborar con su consumición en cafeterías y restaurantes de la ciudad.
Esta mañana, voluntarios, trabajadores y usuarios han salido a la calle para dar a conocer la problemática de la soledad no deseada, que afecta especialmente a las personas vulnerables.
En la plaza del Cardenal Belluga, un buen número de viandantes se han detenido esta mañana en las mesas donde, con un café de por medio, podían sentarse a conversar con usuarios, trabajadores y voluntarios de la Fundación Jesús Abandonado. Una charla para conocer de primera mano la realidad de la soledad que sufren tantas personas, en especial aquellas en situación de vulnerabilidad; compartir experiencias y romper, con la solidaridad, estas soledades.
Se trata de la primera de las actividades de sensibilización de Café Solidario, la campaña que la Fundación Jesús Abandonado está llevando a cabo esta semana para concienciar sobre la «pandemia silenciosa» de la soledad no deseada y recaudar fondos para impulsar programas contra la soledad de las personas más vulnerables. Un proyecto en el que colaboran el Ayuntamiento de Murcia, HoyTú (la Federación de Empresarios de Hostelería y Turismo de la Región de Murcia) y Salzillo tea and coffee.
«Lo que queremos es sensibilizar acerca de este problema que atañe a la convivencia y que no afecta solo a nuestros mayores, sino que no tiene edad» señala el presidente de Jesús Abandonado, José Manuel Martínez. «La soledad no deseada es más acuciante en las personas en riesgo de exclusión social, que involuntariamente tendemos a invisibilizar. Con esta acción, queremos darle visibilidad a esta problemática y sacar el debate a la calle».
Hasta este viernes, además, los 19 bares, restaurantes y cafeterías que participan en la campaña destinarán parte del dinero que se pague por un café a los programas de Jesús Abandonado contra la soledad de las personas vulnerables. Los establecimientos donde se puede colaborar con este «café solidario» aparecen identificados con carteles y otros materiales de esta campaña.
«Estos encuentros son un regalo de Dios»
El obispo de Cartagena, José Manuel Lorca Planes, ha participado esta mañana en la iniciativa y se ha sentado a la mesa con María, usuaria de Jesús Abandonado, para compartir con ella un café. «Ha sido una experiencia. Te encuentras con una persona que tiene que enfrentarse a circunstancias muy duras, pero que después de todo está alegre y es capaz de abrir el corazón y salir al encuentro de los demás. Me parece que lo que ha sucedido hoy aquí, en el encuentro con tanta gente, es un regalo de Dios».
La reflexión que lanza el obispo es que en «la sociedad actual, de una altísima comunicación, se da la paradoja de que mucha gente vive en una soledad dramática» y que, para ayudar a paliar esta situación, «debemos, como dice el Papa Francisco, mirar a las personas a los ojos y no pasar de largo, sino detenernos en aquellas personas que nos necesitan, aunque no lo pidan con palabras».
«En Jesús Abandonado fue donde me ayudaron a salir adelante»
Uno de los usuarios de Jesús Abandonado que han compartido un café con los transeúntes es Miguel Ángel. Trabajaba como mecánico industrial pero, después de un proceso de divorcio, mientras acudía a visitar a su hija, tuvo un accidente de tráfico que le hizo permanecer en coma dos meses, y que lo llevó a una situación muy complicada. «Mi abogado me aconsejó acudir a Jesús Abandonado. Yo no sabía qué era, pero ellos fueron los que me ayudaron a salir adelante», cuenta Miguel Ángel.
Hace siete años que vive en uno de los pisos de acogida de Jesús Abandonado, que le ha dado la oportunidad de salir de la calle y vivir de forma autónoma. «Soy el más veterano. Vivo con mis dos gatos en un piso que es una maravilla y todo me lo arreglo yo. Pago mi alquiler y todo». Madruga a diario para hacer las tareas de casa, leer, estudiar, dedicarse a alguna afición y también pasear: «Los diez mil pasos me los hago todos los días, ando mucho», sonríe.
Miguel Ángel cuenta que, cuando llegó a la vivienda, el trato de los vecinos cambió cuando supieron que estaba siendo atendido por Jesús Abandonado. «Cuando no saben que estamos en la fundación es todo normal; ven a un vecino nuevo, bien vestido… pero cuando se enteran de que venimos de la calle empiezan las distancias: niegan el saludo, evitan coincidir en el ascensor… eso es lo normal». Recibe visitas cada quince días, que le ayudan a estar acompañado, y lo vive todo con buen humor. «Tengo pocos amigos, no lo voy a negar, pero tengo algunos en el barrio. Y hace dos meses fui a Zaragoza, de donde soy. Ahí pude ver a mis amigos de toda la vida».
Esta historia la han escuchado dos jóvenes, Aina y Ángela, sentadas con Miguel Ángel en una de las mesas. «Ha sido una suerte conocerle, porque te das cuenta de que todos somos iguales y de que nos perdemos a muchas personas por el prejuicio; es un aprendizaje que nos pone los pies en la tierra, estoy muy agradecida por esto», comparte Aina. También Ángela se muestra muy contenta por la experiencia. «Es una persona que tiene mucha profundidad, ¿y a quién no le gusta una charla? A mí me ha encantado».
«Muchas veces no se sienten solos; se sienten invisibles»
También se han sentado en las mesas voluntarios y trabajadores de Jesús Abandonado, como David, mediador social comunitario en la fundación, para compartir con los viandantes su experiencia con esta problemática en su trabajo diario. «La soledad no deseada es un problema que vemos mucho. Por desgracia, muchos de nuestros usuarios la sufren en determinados momentos, y no se sabe si es esta soledad la que lleva a vivir en la calle, o si es vivir en la calle lo que conduce a esta soledad. Ellos mismos cuentan que, muchas veces, no es que se sientan solos, es que se sienten invisibles».
Graduada en Periodismo. Redactora. Responsable de edición y diseño de la revista Nuestra Iglesia. Volver a noticias
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