¿Se expresa libremente quien no sabe de qué habla?

Surge en muchas ocasiones el debate sobre dónde están los límites al hablar de libertad de expresión. Sin duda es un derecho fundamental a nivel individual y también colectivo, irrenunciable sobre todo para aquellos que hemos recibido de forma especial la vocación a ejercer la noble tarea de la comunicación. ¿Pero libertad de expresión es decir lo que se me ocurra sobre cualquier tema o circunstancia, tenga o no conocimiento del hecho en sí? Quizá no tendríamos que dar aquí una respuesta a la ligera. De un tiempo a esta parte, internet y las redes sociales han cambiado por completo la forma de comunicar. Ahora, gran parte de las personas (muchas hay todavía a las que les afecta la brecha digital) tienen a su alcance herramientas para que su voz llegue a cualquier lugar. Sin embargo, no todas hemos recibido la formación para hacerlo de forma correcta; de manera que los chismes, «lo que se comenta», se convierte muchas veces en fuente oficial a la que hacer referencia de forma abierta ante cualquiera de las plataformas que exponen mi mensaje al mundo entero.

La instrucción pastoral Communio et progressio, que el Concilio Vaticano II encargó para ampliar su decreto Inter Mirifica, sobre los medios de comunicación, nos dice que la «libertad de comunicación incluye la libertad de los individuos y los grupos para investigar, para difundir a todas partes las noticias y para utilizar libremente los medios de información. Sin embargo, una libertad de comunicación que en su ejercicio no tenga en cuenta las exigencias intrínsecas y los límites del derecho a la información más serviría en realidad al difusor o informador que al público». Por eso creo que, antes de «vomitar» (que es lo que muchas veces hacemos) un mensaje debería preguntarme: ¿cuál es el objetivo de mi comunicación, el mensaje en sí o lo que la controversia me posicionará a nivel mediático?

Otros artículos

Ser al menos una gota en el mar

«No soy contagioso, pero él no lo sabía»

Yo sí soy el guardián de mi hermano