«Quizás, quizás, quizás»

El domingo pasado, al finalizar la misa en Cartagena, el párroco dijo una frase que me quedó resonando. Por la tarde, ya en casa, supe que de ahí saldría este artículo. Confieso que a veces pospongo su escritura hasta que recibo el ya clásico WhatsApp que, con cariño y una miaja de apremio, me recuerda mi compromiso mensual con esta revista.

«Hemos de ser testimonio creíble y atractivo» es la frase que me hizo pensar que, quizás, lo que decimos suena bien, pero no convence; que es bonico, pero no toca el corazón. Entonces me preguntaba ¿somos creíbles? ¿somos atractivos?

Benedicto XVI decía: «La Iglesia no crece por proselitismo, sino por atracción». Francisco lo repitió muchas veces y añadía: «El testimonio de vida es fundamental para atraer a otros a la fe». Porque de hacer discípulos misioneros se trataba ¿no? (Mt 28, 19).

Vivimos en un mundo donde lo religioso cada vez interesa menos. Por eso necesitamos del testimonio que despierte algo. No desde el discurso, sino desde una forma de vivir donde se vea alegría evangélica y coherencia. No perfecta, pero sí sincera. Quizás eso quiso decir Jesús: «En esto conocerán todos que sois discípulos míos: si os amáis unos a otros» (Jn 13, 35). Quizás no baste con decir que creemos, sino con vivirlo de forma que otros lo perciban y lo deseen. Quizás sea tiempo de amar más claro, escuchar con más paciencia, estar con más ternura, mostrar que se puede vivir con esperanza incluso en las dificultades, y que la fe ayuda y transforma. Quizás, evangelizar hoy sea vivir de modo que alguien diga: «Si eso es creer, yo quiero intentarlo». Como dice la canción: «Quizás, quizás, quizás».

Otros artículos

Comenzar con otra mirada

«Quizás, quizás, quizás»

Cuando Dios mire nuestros zapatos