¿Por dónde empezar?

Se ha hablado mucho de la idoneidad de León XIV para el momento actual en el que vive el mundo y la Iglesia. Académico pero comprometido con la pastoral y la misión; reflexivo, abierto al diálogo y la escucha; vocacionado a la mediación y resolución de conflictos; claramente alineado con la renovación eclesial iniciada por Francisco, pero con un estilo propio.

Los que le conocen destacan su cercanía y coherencia evangélica, su humildad, su prioridad por los más necesitados, por la paz y la justicia.

A pesar de su nula ambición por la carrera eclesial, fue prior general de los agustinos. Teniendo en cuenta que Francisco era jesuita con una clara influencia franciscana, no deja de ser un signo evidente que la vida religiosa está muy viva. Ha ofrecido a la Iglesia sus dos últimos pontífices, algo estarán haciendo bien. Su perfil es realmente inspirador. ¡Cuántas expectativas se han puesto sobre él!

Trato de comprender la magnitud de la tarea y me surge una pregunta: ¿por dónde empezar?

La misma pregunta que cualquiera de nosotros nos hacemos cuando nos sentimos abrumados por los cambios, en los momentos de crisis, cuando iniciamos un nuevo proyecto personal o profesional, cuando enferma o fallece un ser querido, cuando llega nuestro primer hijo o se rompe una relación: ¿por dónde empezar?

En todos esos momentos y en cualquier otro donde necesitemos ser sostenidos y alentados, os propongo empezar diciendo: «Padre, me pongo en tus manos (…), con infinita confianza».

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