Nosotros oramos, no especulamos

La Iglesia ora siempre por el Papa, vicario de Cristo en la tierra, sucesor de Pedro. Evidentemente lo hace de una forma especial en momentos de enfermedad o peligro, así lo recordaban los cardenales que residen en Roma cuando el pasado martes iniciaban el rezo del Rosario en la plaza de San Pedro, animando a toda la Iglesia universal a sumarse, cada día, a la oración por el restablecimiento del Santo Padre. Las noticias que nos llegan hoy desde la Sala Stampa de la Santa Sede tranquilizan nuestro ánimo: «Como en los días pasados, la noche transcurrió tranquilamente y el Papa ahora está descansando». 

No obstante, el ingreso hospitalario del Papa y su estado de salud han movilizado no solo los corazones de quienes miramos al cielo implorando su mejoría, sino también las quinielas sobre quién podría ser el 267 Pontífice al frente de la Iglesia católica. Parolin, Tagle, Turkson, son algunos de los nombres que suenan estos días, todos ellos posibles puesto que como cardenales estarían presentes en ese futuro cónclave. Qué tranquilidad da el saber que, en definitiva, es el Espíritu Santo quien rige la vida de la Iglesia…   

Recuerdo aquel martes de abril de 2005 cuando, en directo, desde la tele del salón parroquial, vi junto a mis chicos de catequesis la fumata blanca. Más tarde, en casa, vi asomarse a la logia al cardenal Ratzinger, entonces ya como Benedicto XVI. Recuerdo la mala prensa que se le hizo las semanas previas, tanto que incluso a mí, totalmente ignorante entonces, me dio hasta coraje. Pero leer su Jesús de Nazaret y su «hemos vivido una aventura juntos» en Cuatro Vientos, me conquistaron para siempre. Aquel Papa del que tantos hablaron mal nos dio años más tarde una gran lección de humildad. Por eso, dejemos que Dios sea Dios y nosotros dediquémonos tan solo a poner los cinco panes y dos peces.

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