Hay una canción que dice «para ser santo hay que estar un poco loco» y sinceramente pienso que es verdad.
Si tuviera más espacio para escribir haría un análisis de la palabra loco y demostraría que los santos cumplen a la perfección prácticamente todas las definiciones que nos da la RAE (Real Academia Española de la Lengua), pero dejo que tú mismo hagas la investigación.
Este sábado celebramos en la familia franciscana la solemnidad de san Francisco de Asís, es una gran fiesta para nosotros, pero también para toda la Iglesia. A Francisco se le ha definido también como el loco de Dios, y es que este zagal pasó de estar de fiesta en fiesta por las calles de Asís, a estar predicando por las mismas calles que «el Amor no es amado».
¿Dónde está el secreto de su locura? En su mirada. Francisco se enamoró perdidamente de Cristo y sí, perdió la cabeza por Él, pero ganó el corazón, porque tanto lo miró que ya no era Francisco el que hablaba, sino Cristo en él.
Unos lo consideraron loco; otros, santo desde el vientre materno. Desde mi humilde opinión, Francisco fue un hombre corriente que descubrió que el secreto de la vida está en mirarlo a Él, y lo demás está de más.
Perder la cabeza por el reino de los cielos es una auténtica locura; pero una locura que da alas, te hace libre y sacia el corazón. No hay muchos más secretos, ni muchas más cosas que explicar. El seguimiento de Cristo implica todo el ser, ojalá haya muchos locos que con su locura nos recuerden que «solo Dios es».