Humanidad artificial

La irrupción de la inteligencia artificial hace unos años en el mundo ha supuesto un terremoto en prácticamente todos los niveles y estratos de la sociedad. La Teología Moral trata desde el principio de dar respuesta al gran número de interrogantes que han ido surgiendo de la experiencia práctica y del conocimiento teórico y técnico que hay detrás de este complejo sistema.  

Si tuviéramos que destacar los dos escudos que la reflexión teológica señala como fundamentales ante las amenazas que esta inteligencia puede presentar, tenemos que hablar, en primer lugar, de la necesidad de que sea la mano humana quien controle todos estos sistemas; para considerar seguidamente que estos humanos ejerzan rectamente su responsabilidad y, sobretodo, la libertad.  

Ciertamente la tecnología nos ofrece una gran ayuda en campos como la medicina, la defensa, la educación o la técnica, pero algo nos hace sospechar cuando son los mismos padres de la inteligencia artificial los que advierten que este caballo puede desbocarse en cualquier momento. Esa libertad pende de un hilo cuando se presentan suculentos intereses para un uso inadecuado de este medio, o bien cuando se plantea la posibilidad de que esa artificial inteligencia pueda superar al propio intelecto humano.  

Ante esto, solo el reconocimiento de la primacía de Dios sobre nosotros, y el predilecto amor que tiene por cada uno, junto al recto ejercicio del don de nuestra libertad, unido a todos los medios que el Creador nos ha regalado para disponer de la creación, será suficiente para el buen devenir de una humanidad, siempre en riesgo de ser artificialmente manipulada. 

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