«It’s time to change. Es tiempo de cambiar en la mente de todos el odio por amor». En 2008, el cantautor colombiano Juanes nos conquistaba con esta pegadiza canción que, de forma repetitiva y con poca letra, nos insistía en la importancia de dejar de perder el tiempo en cosas banales para ganarlo en lo verdaderamente importante.
¡Ay si fuésemos conscientes de que no solo los hombres con potestad tienen poder para hacer y deshacer, sino que la unión de pequeños gestos puede cambiar el curso de la historia! Fue a Pedro a quien Jesús otorgó el poder de atar y desatar aquí en la tierra lo que en el cielo quedaría de igual forma…
El Papa nos lo explicó muy claro el pasado domingo en la misa de inicio de su ministerio petrino como obispo de roma: «¡Esta es la hora del amor! La caridad de Dios, que nos hace hermanos entre nosotros, es el corazón del Evangelio». Y explicó, además, utilizando palabras de su predecesor León XIII, que es la caridad la que es capaz de extinguir cualquier lucha: «Si esta caridad prevaleciera en el mundo, «¿no parece que acabaría por extinguirse bien pronto toda lucha allí donde ella entrara en vigor en la sociedad civil?»».
Entonces, ¿es posible cambiar el mundo? ¿Cómo podemos hacerlo? «Con la luz y la fuerza del Espíritu Santo», nos dice León XIV, así podremos construir «una Iglesia fundada en el amor de Dios y signo de unidad, una Iglesia misionera, que abre los brazos al mundo, que anuncia la Palabra, que se deja cuestionar por la historia, y que se convierte en fermento de concordia para la humanidad». Eso sí, hemos de hacerlo juntos, como pueblo que camina unido.