Dejad que cure las heridas

Ahondando un poco en el anterior artículo, quería compartiros que este verano descubrí una canción de Ain Karem que me ha acompañado estos meses. En uno de sus versos dice: «Venid, venid conmigo a un lugar tranquilo… dejad que cure las heridas que el trabajo por el Reino os ha causado». Me impresionó porque a veces olvidamos que también dentro de la Iglesia se generan heridas. Heridas de incomprensión, egoísmo, soledad…

Ser cristiano no siempre es sencillo, no tanto por la persecución externa o por ir contra corriente, sino porque en nuestras propias comunidades a veces nos cuidamos poco. Surgen los celos, las comparaciones, las envidias: «Este canta mejor», «esta sabe más», «aquella tiene otra línea». Y en lugar de alegrarnos por la riqueza que cada hermano aporta, caemos en la tentación de pensar que alguien sobra, que es mejor apartarlo, que no es su sitio o no puede venir a quitarme el mío. Tampoco es sencillo cuando personas que decimos ser cristianos hacemos comentarios que están lejos de cuidar o amar al prójimo, que provocan sufrimiento en las personas de Iglesia, que dejan herida o alejan a los demás de Dios, o cuando creemos que nuestros pensamientos son los del Padre.

Seguramente todos hemos vivido algunas de estas situaciones y ahí precisamente es donde la canción cobra sentido. Jesús nos invita a un lugar tranquilo, a dejar que Él cure esas heridas. Porque solo desde su mirada, desde la confianza en Él, todo se puede sanar. ¿Cuáles son las heridas que el trabajo por el Reino te ha causado?

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