De la resiliencia a la esperanza

El otro día unos amigos me hablaban del «señorío de Cristo» y la resiliencia, y me puse a pensar en ello. El señorío de Cristo muestra que él tiene autoridad absoluta sobre toda la creación. Su señorío es una fuente de amor, guía y fortaleza para quienes confían en él, como cuando Jesús fue a la cruz y confió en el Padre. La resiliencia es la capacidad de enfrentar la adversidad y salir fortalecido de ella. 

En medio de las pruebas y dificultades de la vida, la resiliencia se fortalece cuando se fundamenta en la certeza de que Cristo gobierna con justicia y misericordia. Por nuestras propias fuerzas, esta capacidad puede verse limitada. Es en la fe en Cristo donde encontramos el verdadero sostén para seguir adelante, pues sabemos que no estamos solos. «Te basta mi gracia: la fuerza se realiza en la debilidad» (2 Cor 12, 9). En nuestra debilidad, Dios se manifiesta con poder, transformando el sufrimiento en crecimiento espiritual. Cuando reconocemos el señorío de Cristo, comprendemos que todo tiene un propósito dentro de su plan. La fe en su soberanía nos permite ser resilientes, no desde la desesperación, sino desde la esperanza. Así como Cristo venció a la muerte y nos dio vida eterna, también nos capacita para superar cualquier adversidad con confianza y paz. 

Todos hemos vivido situaciones de sufrimiento. En ellas sentimos que Dios, además de regalarnos a su Hijo, nos pone a personas en el camino que son instrumentos para que abracemos su amor. ¿Cómo afrontas las crisis en tu vida? ¿Sabes reconocer a esas personas que te acompañan? ¿Sientes esperanza? 

Otros artículos

El mejor mensaje, la tarea pendiente

¿Qué hacer contra el mal?

Cementerio silencioso