«El Papa no cumple mis expectativas». Eso he leído por las redes sociales y me pregunto: ¿Acaso el Papa tiene que cumplir las expectativas de cada creyente? ¿No le corresponde mantener la unidad y confirmar a sus hermanos en la fe? ¿Desde cuándo el Papa es un rival ideológico al que podemos atacar?
Llevamos años en los que se ha vuelto tendencia que muchos «católicos» dediquen sus publicaciones en redes sociales a cuestionar o criticar al Papa. Y otros tantos lo hacen en sus conversaciones públicas. Algunos con respeto, porque el disenso es entendible; otros con un tono un tanto escandalizado. Sin darnos cuenta entramos en la dinámica de la polémica y la división, que las redes sociales buscan y premian. Se nos pegan las cosas del mundo. Y hacemos de la fe un espectáculo. Es como si todos tuviésemos que opinar sobre todo y nuestra opinión personal –en ocasiones sin el debido fundamento– queremos que sea la verdad absoluta a la que se sometan los demás. ¿Dónde quedan la caridad y la comunión?
Cuando esas cosas suceden dañamos la credibilidad del Cuerpo Místico de Cristo, de la Iglesia.
Ocupe la sede de Pedro quien la ocupe, es Pedro. Rezamos por él, incluso cuando no entendemos todo. Pedimos que el Espíritu Santo le ilumine y asista en su ministerio. Y para nosotros pedimos humildad, porque la obediencia se traduce en signo de amor.
Ni a favor ni en contra del Papa, siempre cum Petro et sub Petro, porque estamos con Cristo en su Iglesia, al frente de la cual puso al Papa, hoy León XIV.