Controversia y diálogo

La controversia es un rasgo propio de la vida en una sociedad culturalmente plural. La respuesta espontánea ante esta amenaza es la huida o el ataque. Pero la controversia, aunque incómoda, es necesaria e inevitable en la sociedad y en la vida concreta de cada persona para construir el vínculo social, para evitar que las tensiones degeneren en violencia y para propiciar el bien común.

Comprender que la controversia es un recurso necesario para la construcción del vínculo social lleva a dejar de verla como una amenaza a nuestra propia identidad y a concebirla como parte de nuestro ser en sociedad. Esta afirmación no implica que la controversia sea fácil. La controversia es ardua e incómoda, pero es, como indicaba, necesaria e inevitable.

En este marco de controversia, el diálogo se puede ver como deseable mientras no suponga una amenaza a la propia posición: se ha reducido su función a una cuestión meramente formal, sin su carga de verdadera búsqueda de un punto común desde las diferencias. El diálogo es sospechoso: para unos, por claudicar de las propias posiciones; y, para otros, puede llegar a ser ofensivo en la medida que cuestiona postulados percibidos como intocables.

En las aulas plurales de los centros educativos, esta tarea es el primer desafío de aprendizaje común: abolir la descalificación, manifestar el respeto por la persona, por su historia, por su comunidad, por su punto de vista. La dignidad de la persona va por delante de las ideas de la misma persona.

Comprender parte de una escucha reflexiva. La escucha implica la humildad de saber que nadie posee toda la verdad.

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