5 de febrero 2024

La Vida Consagrada celebra su día en la Catedral

Religiosas y religiosos de distintas órdenes, congregaciones e institutos de la Diócesis de Cartagena celebraron este sábado en la Catedral la Jornada de la Vida Consagrada, en fiesta trasladada, ya que la Iglesia conmemora este día –la fiesta de la Presentación del Señor– cada 2 de febrero. Este año, el lema para la XXVIII Jornada Mundial de la Vida Consagrada ha sido Aquí estoy, Señor, hágase tu voluntad, una invitación a ponerse en camino.

El obispo de Cartagena, Mons. José Manuel Lorca Planes, presidió la Eucaristía acompañado por el delegado episcopal para los Institutos de Vida Consagrada y Sociedades de Vida Apostólica, Javier Crespo; y otros sacerdotes. El prelado comenzó la homilía pidiendo al Señor por las vocaciones recibidas en cada uno de los presentes para que sean vividas con intensidad en los distintos carismas: «Ha sido Dios el que ha venido realmente desde el principio llamando a nuestra puerta, llamando a nuestros corazones y abriéndonos a una experiencia de amor, de servicio y, sobre todo, de caridad». Mons. Lorca Planes hizo una invitación a hacer un repaso sobre cómo ha sido la vocación de cada uno y a hacer balance para poder descubrir que «hay mucha presencia de Dios dando sentido a la vida». Preocupado porque las comunidades sigan creciendo, quiso puntualizar que «el Señor sigue llamando» y les instó a seguir ofreciendo el estilo de vida consagrada, con el ejemplo de las obras de caridad y el trabajo.

Los consagrados renovaron su compromiso de seguir a Cristo y a la Iglesia, y leyeron la oración para la Jornada Mundial de la Vida Consagrada de este año.

En este día, Martín Cuenca, presidente de la Conferencia Española de Religiosos de Murcia (CONFER Murcia) dio las gracias al obispo «por estar siempre atento con los consagrados» y también se mostró agradecido con Javier Crespo «por estar siempre disponible». Además, recordó a los miembros de las comunidades religiosas la necesidad de vivir la vida consagrada como «una fiesta, desde la sanidad o la educación, y sirviendo a la Diócesis y a las personas más vulnerables».

Tras la Misa, religiosos, sacerdotes y laicos pudieron compartir un tiempo de fraternidad y convivencia con un ágape en el patio del Palacio Episcopal.

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