7 de junio 2021

«La solemnidad del Corpus actualiza nuestra identidad»

El Santísimo Sacramento procesionó por el interior de la catedral y bendijo al pueblo desde la puerta que da acceso a la plaza de la Cruz.

En la solemnidad del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo, el obispo de Cartagena, Mons. José Manuel Lorca Planes, presidió ayer la Eucaristía en la catedral, acompañado por el obispo auxiliar, Mons. Sebastián Chico Martínez.

La celebración dio comienzo desde el coro catedralicio con el rezo de la oración de la Hora Intermedia, tras el cual se inició la liturgia eucarística. En su homilía, Mons. Lorca Planes recordó las palabras del papa Francisco: «El día del Corpus no es un simple recuerdo, sino un hecho; es la Pascua del Señor que se renueva por nosotros». Así, añadió que «Jesús permite celebrar su presencia real, participar de su Cuerpo y de su Sangre, en la Santa Misa, a través de los signos del pan y el vino. Él se hace presente en medio de nosotros, se acerca y se nos da en cada Eucaristía y cantamos con fuerza: Dios está aquí. La solemnidad del Corpus actualiza nuestra identidad».

De igual modo, en esta jornada la Iglesia celebra el Día de la Caridad, por lo que el obispo de Cartagena invitó a los fieles a practicar «este gran regalo de donación» que «mantiene los ojos abiertos alrededor, cuidando especialmente a los hermanos con un celo samaritano y haciéndose eco de sus necesidades sin pasar de largo». Esta caridad –indicaba el prelado- «es obligación también de la comunidad y de la Iglesia». En sus palabras, Mons. Lorca Planes recordó que «es una gran ocasión» para ayudar a Cáritas o a Jesús Abandonado, «asociaciones que están siempre cerca de los más necesitados».

Tras finalizar la Santa Misa, el Santísimo Sacramento, portado por el obispo, procesionó por el interior de la catedral acompañado del clero y seminaristas presentes, junto a una representación de niños que habían recibido este año su primera comunión. La custodia fue llevada hasta la puerta lateral que da acceso a la plaza de la Cruz, desde donde el prelado bendijo al pueblo. La celebración culminó con el retorno al altar mayor y la subsiguiente reserva eucarística.

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