21 de noviembre 2022

Esperanzada 2022: una experiencia de gracia y comunión

La Esperanzada de este año, celebrada del 18 al 20 de noviembre, reunió a más de 230 peregrinos de las diferentes realidades vocacionales de la Diócesis.

Este fin de semana se celebró la Esperanzada, la gran cita anual de la Pastoral Vocacional. En ella, distintas realidades vocacionales de la Diócesis salen en peregrinación desde Caravaca de la Cruz hasta el Santuario de la Esperanza de Calasparra, para compartir esta experiencia de comunión y ser «signo de esperanza» en medio del mundo, como explica el delegado de Pastoral Vocacional, Blas López.

La Esperanzada ha reunido este año a más de 230 peregrinos, entre ellos religiosas de varias congregaciones –Misioneras Identes, Siervas de Jesús de la Caridad, Salesianas del Sagrado Corazón de Jesús y Hermanas Pobres de Santa Clara–; grupos de jóvenes, catequistas y familias de distintas parroquias; miembros de diversos movimientos, como la Hospitalidad de Lourdes; y seminaristas del Seminario Mayor San Fulgencio, del Seminario Redemptoris Mater y del Seminario Menor San José; así como sacerdotes. También estuvieron presentes las delegaciones de Pastoral Universitaria y de Pastoral Juvenil, esta última como parte de la organización.

El fin de semana comenzó el viernes por la tarde con una acogida en el Seminario Mayor San Fulgencio, desde donde se partió en autobús a Caravaca de la Cruz. Allí, en el Santuario de la Vera Cruz, tuvo lugar la bendición de los peregrinos, que dio paso al inicio de esta actividad. La lluvia, sin embargo, impidió que pudieran emprender el primer tramo a pie y tuvieron que viajar en autobús hasta Cehegín. A su llegada, acudieron a la Parroquia Santa María Magdalena, donde celebraron la Eucaristía. La celebración estuvo presidida por el obispo de Cartagena, Mons. José Manuel Lorca Planes, que les invitó a «caminar con confianza, a no tener miedo a seguir a Jesús» y a acogerlo en la propia casa, como hizo Zaqueo. Terminada la Misa, a los peregrinos les aguardaba una velada festiva con música y un espectáculo de magia que fue motivo de «ilusión y sorpresa» para todos.

El sábado, segundo día de Esperanzada, comenzó con la celebración de la Eucaristía en el santuario de Nuestra Señora de las Maravillas de Cehegín, oficiada por el vicario de zona, David Martínez. Después, los peregrinos fueron obsequiados con un chocolate caliente preparado por los feligreses y reanudaron su camino. Con la escolta de Protección Civil, el trayecto los llevó hasta Canara, donde realizaron un descanso y escucharon una catequesis ofrecida por sor Leo Sánchez, hermana pobre de santa Clara. La peregrinación prosiguió hasta Valentín, localidad donde les esperaba una barbacoa para la comida. Se realizaron entonces unos momentos de juego y de, por grupos, compartir e intercambiar impresiones sobre la catequesis recibida.

La peregrinación se reanudó con el Santo Rosario, que rezaron juntos mientras caminaban; un «momento de gracia y de mirar a María» para, ya de noche, llegar a Calasparra. Entraron a la localidad cantando y, acogidos por las hermanas franciscanas, se hospedaron en el Colegio Nuestra Señora del Sagrado Corazón. Después de la cena, participaron en una vigilia preparada por la Pastoral Vocacional, vivida como un «momento de gracia y de encuentro con Dios», también para los más jóvenes. La vigilia, además, estuvo precedida por la experiencia de un seminarista del Seminario Mayor San Fulgencio y por el testimonio de conversión de una joven, que ingresará en diciembre en el convento de Santa Verónica de Algezares, de las Hermanas Pobres de Santa Clara.

«El Señor les ha llenado el corazón de esperanza»


El domingo comenzó con el rezo de Laudes antes de emprender el último tramo de la peregrinación, que les condujo al Santuario de Nuestra Señora de la Esperanza de Calasparra, donde fueron recibidos por los cantos del Coro Diocesano. A continuación, celebraron la Eucaristía en la explanada exterior del templo y, al terminar la celebración, se anunció qué jóvenes serían los encargados de organizar la siguiente Jornada Diocesana de la Juventud (JDJ): los de la Vicaría de Cartagena, que recibieron los signos de la JDJ y también la cruz de Pastoral Juvenil.

Después de un tiempo para juegos y la comida, la Esperanzada se cerró con la Salve a la Virgen, unas palabras del delegado de Pastoral Vocacional y una foto de grupo en la puerta del santuario.

«Ha sido una experiencia de comunión, de cómo todas las realidades vocacionales pueden compartir su fe; de ver cómo Dios nos ha cuidado en el camino», dice Blas López, sorprendido por el contraste entre cómo llegaron los jóvenes a la acogida, inquietos por sus quehaceres o por no saber qué les esperaba, y cómo terminaron la Esperanzada: «Las caras eran de alegría, de entusiasmo, de sentirse una familia. Habían tenido una experiencia grande de Dios. Él les ha llenado el corazón de esperanza».

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Carmen García
Graduada en Periodismo. Redactora.
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