Pascual Tomás Martínez, de 41 años, es el responsable del coro que este año ha acogido el encuentro diocesano de coros: el de la Parroquia El Salvador de Jumilla.
P.: ¿Por qué te animaste a participar en el coro?
R.: En la catequesis de Confirmación, hace ya más de 25 años, nos invitaron a entrar en la vida activa de la parroquia. Nos ofrecieron los diferentes movimientos y actividades que en ese momento había, entre ellos la Renovación Carismática y el coro de la parroquia. Yo me sentí llamado al coro, siempre me ha gustado la música y por aquella época estaba aprendiendo a tocar la guitarra. Gracias a todos los años que llevo en este ministerio y en la Renovación Carismática, al igual que en varias parroquias, he podido descubrir que Jesús me regaló en aquel entonces el don de la música, sin yo merecerlo, para que a través de mis humildes manos hiciera sonar la guitarra y así poder ayudar al hermano a elevar su alma a Dios.
P.: ¿Cómo vives este servicio a la Iglesia?
R.: Lo intento vivir cada día de una manera agradecida y sin olvidar nunca que no es algo que yo me haya ganado, sino que me ha sido regalado por Dios. Por tanto, todo lo que hago es por y para él. Los que me conocen saben que no me gusta cuando dicen que soy el responsable del coro, pues yo no he hecho nada para tener ese «cargo». Tengo siempre presente lo que dice la Palabra: «Gratis habéis recibido, dad gratis» (Mt 10, 8). Además, la música me ayuda a sentir más cerca la presencia de Dios en mi vida, en los momentos de oración y, sobre todo, en los momentos de tinieblas y de dudas me ayuda a no perder la fe.
P.: ¿Has vivido algún momento concreto en este servicio que te gustaría compartir?
R.: He vivido muchos momentos especiales con los diferentes coros de las parroquias a las que he servido, además de en el Secretariado Diocesano de Música. Es difícil escoger uno solo, pero si he de hacerlo destacaría dos. El primero, el día que conocí a mi compañera de camino, la persona que Dios puso en mi vida, mi esposa, ya que ella también está en el coro de la parroquia. El segundo fue el Encuentro Diocesano de Coros Parroquiales de este 2024. Por gracia de Dios, nuestra parroquia fue la encargada de organizar el encuentro este año. Y digo bien que fue por gracia de Dios, ya que este humilde coro no estaba ni capacitado ni preparado para ello, pero en esos momentos es cuando más resuenan las palabras: «Dios no elige a los capacitados, sino que capacita a los elegidos». Si Dios quiso que organizáramos el encuentro, ¿quiénes somos para poner en duda sus designios? Fue una experiencia muy gratificante, muy llena de Dios y con muchas bendiciones. Ver que hermanos de diferentes parroquias, movimientos y edades, todos juntos alababan y glorificaban a Dios con sus voces e instrumentos; ver que los jóvenes iban por las calles entonando el himno del encuentro (al que mi hija le había puesto letra junto a mi querido Paco Fernández del Amor); ver que los voluntarios estaban ilusionados con hacer el servicio, te hace ver y sentir cómo Dios ha ido actuando en ese día y cómo nosotros fuimos instrumento suyo. Te hace descubrir que llevamos un tesoro en vasijas de barro y que cada día tenemos que ser barro nuevo para que Dios nos vaya modelando a su imagen y semejanza, y vaya haciendo de nosotros odres nuevos para recibir su vino.