«Nuestra vida de matrimonio y familia está unida a Cristo»

Coty de Lara y Teté Berruezo comparten su testimonio como matrimonio cristiano en la Parroquia San Fulgencio de Cartagena y otras realidades de la Iglesia.

En el año 1991 decidimos unir nuestras vidas para siempre ante Dios, pidiendo así su bendición y su presencia entre nosotros para el resto de nuestras vidas. Nos comprometimos ese día a trabajar por los niños y los jóvenes en su crecimiento y formación. Nos presentamos: somos Concepción de Lara Pasquín y Vicente José Berruezo Adelantado, conocidos por toda la gente como Coty y Teté. Nos movemos profesionalmente en el mundo de la educación infantil y juvenil, pero lo verdaderamente importante es la llamada que Dios puso en nuestro matrimonio, para que juntos construyéramos una vida y una familia en la que la Iglesia de Jesucristo estuviera presente.

Comenzamos nuestra andadura como «una sola carne» trabajando juntos por la transmisión de la fe y los valores cristianos dentro del escultismo. En este movimiento juvenil estuvimos entregados durante bastante tiempo, hasta llegar a nuestros primeros años de matrimonio, en los que nació nuestro primer hijo y cambiaron nuestras ocupaciones. Seguimos trabajando por la formación de los niños y jóvenes, pero nos fuimos vinculando progresivamente a la comunidad parroquial de San Fulgencio en Cartagena. Nos incorporamos como matrimonio joven en la pastoral prematrimonial; continuamos ampliando nuestra implicación y, fruto de nuestra participación en la tarea pastoral de nuestra parroquia, hemos ido creciendo como matrimonio y familia que quiere vivir siempre con Cristo en el centro de la vida familiar. Atención a los novios, a los niños en catequesis de poscomunión; animación de las misas de familia y coro de niños; participación en los encuentros catequéticos de la provincia eclesiástica y en todo aquello que nos hacía vivir juntos la alegría de anunciar a Jesucristo… Ciertamente nos preocupaba mucho cómo hacer llegar la Buena Noticia a todas las personas que se fueran acercando a la parroquia, a la vez que nos preocupaba mucho que nuestros hijos pudieran vivir la fe a partir de nuestra experiencia y coherencia de vida. Queríamos que participasen de la Eucaristía dominical y que siguieran su formación cristiana en el ámbito parroquial. De esta forma, tras varios años nos dimos cuenta de la importancia del crecimiento espiritual en el seno de la comunidad. Compartíamos formación y fe en un grupo de matrimonios y tratábamos siempre de seguir construyendo una familia firme y anclada a Cristo. Nuestra vida en la parroquia fue creciendo en numerosas actividades que se iban coordinando y, además, en el colegio concertado donde trabajamos estuvimos dando catequesis de Primera Comunión y trabajando con los jóvenes.

Con motivo de la preparación para el Sínodo de la Sinodalidad, nos implicamos en tareas diocesanas para seguir construyendo juntos en favor de la familia y del matrimonio; nos unimos como colaboradores en la Vicaría para la Evangelización de la Diócesis, en la que aportamos nuestro grano de arena para extender el mensaje del Reino. Y hace unos tres años aproximadamente descubrimos en Proyecto Amor Conyugal un fortalecimiento y crecimiento de la fe en nuestro matrimonio, un retiro que nos abrió una nueva puerta a potenciar y seguir viviendo el matrimonio con otra dimensión; cambiando la mirada para entrar a vivir el amor conyugal tal y como Dios lo pensó para todos los hombres y en especial para nosotros, como esposos unidos en el amor de Dios. En definitiva, nuestra vida de matrimonio y familia está unida a Cristo y a su mensaje de amor, que va creciendo cada día más y se va actualizando continuamente en la oración compartida, en la alabanza ante el Santísimo y con la ayuda de María, en el rezo del Rosario. Y la aventura continúa…

Carmen García
Graduada en Periodismo. Redactora. Responsable de edición y diseño de la revista Nuestra Iglesia.

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