El Obispo de Cartagena, Mons. José Manuel Lorca Planes, presidió el miércoles en la Catedral la misa funeral por el eterno descanso de Mons. Francisco Lerma, Obispo de Gurué y natural de la pedanía murciana de El Palmar, que falleció el pasado 24 de abril en Mozambique.
Durante la Homilía, Mons. Lorca recordó al Obispo de Gurué como alguien “pequeño y enjuto visto desde fuera, pero muy grande desde la perspectiva de su humanidad entregada, porque hacía grande a todos los que tocaba”, también recalcó su tarea como misionero en la Diócesis de Gurué donde “abrió el corazón y vivió para todos y cada uno de los que le fueron confiados” y señaló que, pese a su edad, “no se le notaba cansado, ni agotado, sino lleno de vigor y cargado de proyectos para su gente”.
Mons. Lorca destacó también la preocupación de Mons. Lerma por crear lugares de formación y asistencia sanitaria “cosa que no descuidaba ni un instante”. Asimismo, rememoró lo “emocionantes” que habían sido para él las fotografías del cortejo funerario desde Maputo hasta la Catedral de Gurué: “porque donde quiera que iba pasando, iba saliendo muchísima gente para saludar y miles de personas le iban diciendo adiós con los ojos rasos de lágrimas”.
Para terminar, el Obispo de Cartagena animó a los fieles a que, pese al dolor por la separación de un ser querido, mirasen al cielo y estuviesen alegres “porque era un hombre bondadoso y porque consagró su vida a predicar a Cristo Resucitado” y recordó que “la cruz de Cristo es símbolo de una promesa que no se detiene ante la muerte, sino que nos conduce a la plenitud de la vida” y que, por ello, la muerte de Mons. Lerma no había sido “el final del camino, sino un paso hacia una vida mejor”.