Hablamos con el influencer José Francisco Trigueros, conocido como El marido de la rubia, Premio ¡Bravo! 2024 de Comunicación Digital.
La Comisión Episcopal para las Comunicaciones Sociales de la Conferencia Episcopal Española entrega cada año los Premios ¡Bravo! En esta edición uno de esos galardones llega a Murcia porque se ha otorgado a la cuenta de Instagram @elmaridodelarubia, en la que José Francisco Trigueros comparte su testimonio de fe desde su vocación matrimonial, apostando por los contenidos que puedan ayudar a los maridos a alcanzar la santidad en el matrimonio para que haya hogares santos. En su perfil de esta red social publica vídeos de experiencias, reflexiones y sugerencias, y junto a sus más de 62 mil seguidores forman el conocido como Ejército de San José.
P.: Felicidades por este Premio ¡Bravo!
R.: Muchas gracias. La verdad es que me quedé sorprendidísimo, me alegró mucho porque uno nunca va pensando ni esperando premios, pero este me hizo especial ilusión porque quien da el premio es la Iglesia. Cuando tu madre te felicita y encima lo hace públicamente te sientes muy orgulloso de lo que estás haciendo, respaldado en tu misión. Para mí es como un guiño del Señor, de decir «sí, adelante con la misión». Que el premio me lo dé la Iglesia para mí es lo más.
P.: ¿Cómo surgió la idea de crear este perfil en redes?
R.: Primero porque vimos que en los matrimonios de nuestro entorno había una necesidad. Eran matrimonios de pocos años y estaban muy mal. Entonces, junto a mi mujer, y tras seguir la recomendación de un sacerdote sobre publicar vídeos, pensé que como marido podría compartir mi experiencia y vivencia teniendo a san José como modelo de marido santo. El leitmotiv es Maridos santos, mujeres felices.
P.: Junto a sus seguidores ha formado el conocido como Ejército de San José. ¿En qué consiste este grupo y quiénes lo conforman?
R.: El Ejército de San José lo formamos todos los maridos que queremos ser santos tomando a san José como modelo. También los chavales que no se han casado pero que serán maridos santos en el futuro; las esposas que rezan y piden por que sus maridos sean santos; las chicas que piden encontrar un futuro «san José». Es todo con san José como patrón de la familia, todos alrededor de él pidiéndole cada uno personalmente su santidad y por la santidad del que tiene al lado.
P.: ¿Qué encuentran los seguidores en su Instagram?
R.: Pueden encontrar muchas cosas para intentar ser mejores esposos. A veces tomo el Evangelio del día como referencia, una lectura, una anécdota de la vida… o sobre todo de san José, de algún santo, de la Virgen María… algo que me diga «mira, esto lo puedo aplicar yo». Y siempre son cosas que yo procuro vivir y que luego intento transmitir. Pienso que hay situaciones en las que la gente está muy engañada o en las que se cuela el demonio en el matrimonio, defectos que debemos mejorar en general todos los maridos. Lo hago intentando meter un punto de humor y siempre con la intención de, personalmente, seguir lo que predico. La idea es que sea algo honesto y coherente, en relación a la evangelización y al propósito de la cuenta. Suelo publicar cuatro o cinco veces por semana, no tanto por el algoritmo sino por la gente, porque para mí esta tarea es una misión. Yo no vivo de las redes sociales, si no fuera por vocación ya lo habría dejado, porque realmente requiere dedicarle mucho tiempo.
P.: ¿Le escriben pidiéndole consejos de manera particular? ¿Cuáles son los conflictos más comunes?
R.: La mayoría son problemas con el esposo o con la esposa, me los plantean y me piden ayuda. Ahí, lo que Dios me ilumina les digo. Luego tiene una parte positiva y es cuando con el testimonio de mi mujer y mío, como matrimonio, explicamos cómo la Virgen nos unió, cómo intentamos vivir un matrimonio en santidad siguiendo al Señor, eso a la gente le da muchísima esperanza. La gente necesita testimonios de matrimonios alegres, de matrimonios católicos felices, historias reales donde Dios actúa. Yo creo que la esperanza es muy necesaria en nuestra sociedad. Lo que hay que hacer es tener a Dios en el centro de tu vida, pero la gente no lo sabe y lo que intentamos transmitir mi esposa y yo es que Dios tiene alguien pensado para ti, destinado para ti desde la eternidad.
P.: ¿Cuál es la clave para tener un matrimonio feliz, para ser un buen esposo?
R.: Dos palabras: «Sí, cariño». Esto me decía mi padre que eran las palabras mágicas en el matrimonio, para ser felices para siempre. Pero no se trata de ser como un burro, sino de tener realmente esa disposición del corazón. El anillo se pone en el dedo anular porque es el más débil, no se puede levantar solo ese dedo; nos recuerda nuestra debilidad, nuestra fragilidad, que dependemos de Dios para cumplir con nuestro matrimonio. La alianza es también símbolo de la esclavitud, con ella yo pertenezco a mi esposa. A mí me gusta pensar así y, aunque parezca un poco fuerte, en el matrimonio hay que casarse con vocación de esclavo, sabiendo que vas a servir a otra persona. Si te casas con expectativas de que la otra persona hará lo que tú quieres vas a fallar porque, al igual que tú, la otra persona es limitada; chocan el ego y la soberbia. Desde la predisposición buena del corazón se pueden aceptar las cosas contrarias a lo que tú quieres y se sirve mejor. Cualquier sacrificio, cualquier contradicción, me debe recordar que me casé para servir. Si te lo recuerdas todos los días te va a ser mucho más fácil.
Es imprescindible poner a Dios en el centro de tu vida. Eso es lo primero. Porque cuando tu límite humano llega, todo el conocimiento que tengas no sirve de nada. Como ha dicho el Papa recientemente, tenemos que cuidar mucho nuestro lenguaje, porque puedes herir y matar más con las palabras y los gestos que con las armas. Hay que cuidar mucho los detalles, que van manteniendo ese fuego del amor, la relación de dos. El amor se va renovando, el Señor hace todas las cosas nuevas. Siempre tengo el concepto de volver al amor primero, al de cuando éramos novios. Hay que tratar de encerrar en un cajón todos los defectos, las decepciones, los problemas que surgen en los años de casados, y sacar todas las cosas maravillosas. El beso cuando te levantas, un mensaje inesperado, una llamada… No perder nunca el «te quiero», las caricias, tener detalles que le gusten; cosas inesperadas y también esperadas. Hay que tener mucho cuidado con esto porque a veces te dejas llevar por la rutina y a la más importante, que es nuestra esposa, la descuidamos. El amor verdadero se demuestra en el sufrimiento, en la contrariedad. Por eso, cuando estés enfadado es cuando tienes que acercarte y darle ese beso, pedir perdón o perdonarla. No se trata de ver quién tiene razón, ni quién está por encima, sino de una comunión. A mí me recuerda muchas veces al Señor en la pasión. ¡Y era Dios! Él sufrió por su esposa la Iglesia. Y recordad: Maridos santos, esposas felices.