Excentricidad cristiana

Según el diccionario de la RAE, una persona excéntrica es alguien que se define como «raro o extravagante de carácter». Aplicar esto como un apellido al nombre de «cristiano» puede causarnos estupor o incluso acercarse a la ofensa.

Pero si en nuestra búsqueda de significado bajamos en la enumeración de acepciones, la RAE, al hablar de física o geometría, nos presenta una definición más sugerente y acorde a lo que pretendemos alcanzar. Se define aquí como el «cociente entre la distancia de un foco de la elipse al centro y la longitud del semieje mayor, que indica cuánto se aparta una elipse de ser una circunferencia». Es decir, teniendo un punto de referencia, podemos girar en torno a él bien de forma perfecta y definida (circunferencia), o bien marcando puntos de referencia diversos en distancia respecto a ese punto (en forma de elipse), de manera excéntrica.

Así pues, esto que apenas viene a cuento, se convertía en punto de partida de los ejercicios espirituales para sacerdotes que pudimos compartir la pasada semana, guiados por el ilustre hermano jesuita José María Fernández-Martos, en la casa de Villa Pilar. Con unos imponentes y humildes 90 años, nos fue desgranando con la experiencia de su vida lo que significa seguir a Cristo, dejándose mirar por él, haciendo propios los misterios de su vida y descubriendo el valor de su entrega.

En la elegancia del silencio ignaciano, pudimos descubrir la novedosa invitación de Cristo a ser personas excéntricas que, con Cristo como eje y punto de referencia, giremos a su alrededor llevando su presencia a tantos lugares, cercanos y lejanos, que necesitan de una palabra de vida.

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