El amoroso sufrimiento

«No se turbe vuestro corazón, creed en Dios: creed también en mí» (Jn 14, 1). En esta frase que escuchamos el pasado domingo en el evangelio, Jesús nos da la clave para vivir el sufrimiento de una forma que no solo no nos destruya, sino que nos ayude a crecer como humanos y como cristianos.

El sufrimiento, la turbación, el dolor y toda realidad que nos resulta difícil de vivir debemos afrontarla desde la fe en Dios y en Jesús, que es lo mismo que decir que debemos vivirla desde el amor.

El Catecismo de la Iglesia Católica en su número 1505, así como san Pablo en la carta a los colosenses (Col 1, 24) y san Mateo en su evangelio (Mt 8, 17), nos enseñan que toda realidad de sufrimiento y dolor nos une a la realidad vivida por Cristo en la cruz. Él cogió toda esa realidad y triunfó sobre la misma, porque venció al pecado y a la muerte con su sacrificio. Nosotros, al vivir el sufrimiento desde el amor y ofrecérselo a Cristo, permitimos que Jesús lo tome y lo transforme en una realidad salvadora para nosotros y para los demás.

Cierto es que no es fácil vivir desde el amor la realidad que nos turba, pero también es cierto que solo así podremos superarla, permitiéndonos crecer y avanzar en el amor a Dios y a los hermanos, de lo contrario la misma nos destruye, pues nos llena de amargura, dolor y resentimiento.

Todo esto nos invita a preguntarnos: ¿Cómo vivo yo esa realidad que me turba?

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