No sé si han tenido oportunidad de ver la película de la que todo el mundo habla últimamente y no es que vaya a hacerles yo una recomendación ni nada por el estilo, sino que siendo el día que es creo que viene al hilo de lo que me gustaría desentrañar en estas líneas. Las guerreras k-pop, aunque su traducción literal del inglés sería «cazadoras de demonios k-pop», es una película de animación que cuenta la historia de tres estrellas del pop coreano que tienen una identidad secreta como cazadoras de demonios, seres oscuros que se alimentan de la tristeza, el rencor, la inseguridad y el miedo de las personas. Por el contrario, las letras de estas guerreras despiertan sentimientos profundos de alegría, paz, fortaleza, confianza… amor. Son herederas de una gran tradición que vela por proteger a la humanidad del mal que acecha bajo la superficie de la tierra… «I’ll be shining like I’m born to be» («brillaré de la manera para la que he nacido») dice la letra de Golden (la canción pegadiza que no podrán sacarse de la cabeza).
Y aquí va mi planteamiento: depende de quién consideremos que es nuestro creador podremos afirmar si hemos nacido para brillar o no. Yo lo tengo claro. «No somos de la noche ni de las tinieblas», sino que somos «hijos de la luz e hijos del día» (cf. 1 Tes 5, 5). Y como hijos de la luz tan solo podemos brillar, ¿no? Claro que hay tantas cosas que nos acechan en nuestro día a día que muchas veces nuestra llama titila a riesgo de apagarse. Los cantos de sirena del viento que nos rodea intentan continuamente apagar nuestra luz. Qué bien que tengamos tantos intercesores a los que acudir, tantos hombres y mujeres que, en su debilidad, supieron mantener esa llama encendida, los santos, aquellos reconocidos por la Iglesia o aquellos, «de la puerta de al lado», con los que tuvimos el privilegio de compartir vida.