Halloween como oportunidad

Hoy es la víspera de Todos los Santos, en inglés All Hallow´s Eve, cuya contracción conocemos como Halloween. Una fiesta que, con el paso del tiempo, el sincretismo y las influencias estadounidenses, se ha ido alejando de sus orígenes hasta vaciarse de sentido.

A pesar de esto, se ha arraigado en nuestro calendario festivo y está presente en nuestras escuelas y calles, en nuestros hogares. A los niños, también a padres y madres, les gusta disfrazarse, ver películas de miedo, decorar las casas con motivos relacionados con la muerte. En el fondo, se trata de dotar de un carácter lúdico-festivo a lo que más miedo nos da: la muerte.

En México se celebra el Día de Muertos y allí construyen altares, cantan, comen, beben y se disfrazan bajo la creencia de que, de algún modo, seguimos conectados con los seres queridos que ya han fallecido.

Inevitablemente nos toca convivir con estas propuestas, por lo que me parece equivocado establecer posiciones ofensivas hacia ellas. Sin renunciar a nuestras creencias, toca seguir manteniendo nuestra actitud propositiva. Necesariamente hemos de discernir y renovar nuestros modos de presentarlas y vivirlas. Ya se está haciendo con iniciativas más cercanas a niños y jóvenes.

Pero, sobre todo, en este boom de Halloween, podríamos reconocer oportunidades para abordar, con rigurosidad y desde la fe, temas tabús como la muerte, la vida eterna, el demonio, el mal o el purgatorio.

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