Estos días se celebra en Murcia el Congreso Internacional SALUS: Salud y Salvación, que plantea «cómo renovar el mensaje de la salvación y conectarlo con las ciencias y prácticas de la salud». La medicina y la teología se dan la mano en este congreso en el que participan las realidades universitarias que abrazan ambas disciplinas en la Región de Murcia.
Este congreso llega veinte días después de que el Gobierno anunciara que pretendía realizar una reforma constitucional para incluir el derecho al aborto en la Constitución Española. Las leyes del aborto y la eutanasia se han establecido en nuestro país, y en otros «del primer mundo», como leyes en defensa de la libertad de decidir sobre nuestro propio cuerpo, olvidando por completo que se necesita de otra persona para llevar ambas acciones a cabo. Y no de cualquier persona, sino de alguien que ha decidido dedicar su vida a salvar la de otros. De manera que estas leyes sobre la libertad para unos priman sobre el «juramento» que otros hicieron para proteger la vida de todos. Un juramento no vinculante, ya lo sé, pues no tiene fuerza legal, pero que sirve como guía ética y en el que los médicos se comprometen a no dañar la vida de sus pacientes sino a hacer todo lo posible para salvarla.
En abril de 2019, La Sexta emitió la entrevista que Jordi Évole realizó al Papa Francisco. Una de sus preguntas fue: «Si una chica se quedara embarazada fruto de una violación y a usted le dijese que quiere abortar, ¿usted lo entendería». El Papa Francisco le respondió: «Yo la entendería a ella en su desesperación. Pero también sé que no es lícito eliminar una vida humana para resolver un problema. ¿Es lícito eliminar una vida humana para resolver un problema? ¿Es lícito alquilar a alguien que la elimine?». «Yo no he venido a responder», contestó Évole…