El pasado domingo, día del Pilar, el P. Gabriel Romanelli, sacerdote en la parroquia de la Sagrada Familia de Gaza, compartía su vídeo diario titulado ¡Gracias!, en el cual hablaba sobre el esperado acuerdo de paz, que están materializando Israel y Palestina.
La lección que nos dan los cristianos de aquel lugar es la de mirar hacia el futuro con esperanza, viviendo el día a día en las manos de Dios y, sobre todo, entrando en una dinámica de perdón, misericordia y ausencia de rencor hacia el pasado, ante la ansiada paz que se vislumbra.
En tanto que ellos ponen todas sus fuerzas en las vivencias de tales virtudes y dones evangélicos, en Occidente seguimos empeñados en etiquetar y juzgar todo lo que nos rodea, como si en cada casa o tertulia de amigos existieran varios expertos en conflictos, política, o derecho internacional.
«Genocidio», «triunfo del trumpismo», «sumisión», «sionismo», «terrorismo de estado», son etiquetas que usamos tan a la ligera, que a veces parecen perder el sentido que verdaderamente tienen. Pero cada cosa debe ser tratada en su lugar.
Y nuestra misión, de momento, es seguir orando por la paz, por la dignidad de los pueblos y la defensa de sus derechos y libertades, a la vez que presionamos a los poderosos, para que, en vez de polarizar a las gentes por medio de burdas etiquetas, se ocupen en resolver los conflictos que nos asolan. Aprendamos del testimonio de aquellos cristianos que, sin esas etiquetas, han vivido el terror en primera persona aferrados a su fe, haciendo vida esa cita de Mc 9 que dice «el que no está contra nosotros está a favor nuestro».