Hace unos años, en una reunión, una persona comentó que a veces el demonio se mete dentro de la Iglesia. Cuando recuerdo esa frase, pienso que no debemos dejarlo campar a su aire. En tiempos donde a menudo destacan la confusión, la división o el escándalo, me pregunto: ¿qué puede hacer un cristiano cuando el demonio parece infiltrarse en nuestras parroquias, instituciones, familias, trabajo…?
La primera respuesta, tal y como señalaba el Papa Francisco (noviembre de 2023), es la oración. La oración humilde y constante es nuestra primera arma espiritual, muy potente contra el mal. El demonio tiembla ante el alma que reza con fe. Pero no basta con rezar y esperar que todo se solucione desde el cielo. Dios nos ha puesto como instrumentos suyos en este mundo. Nos llama a actuar, a ser vigilantes, a denunciar el mal con caridad y firmeza, a trabajar por la unidad, la verdad y la santidad en nuestras comunidades. También el Papa, además de la oración, nos recordó otras claves para esta lucha: la palabra de Dios ilumina, el discernimiento evita confusiones, la vigilancia nos hace estar atentos, y la vida comunitaria nos fortalece.
No debemos temer. Jesús venció al demonio. Pero sí debemos estar despiertos, decididos y disponibles. Allí donde entra el mal, Dios quiere que entremos nosotros con su luz. No es tiempo de pasividad. Es tiempo de fe activa, de resistencia espiritual, y de esperanza valiente. Porque, «donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia» (Rom 5, 20). ¿Alguna vez te has percatado de esa acción del demonio? ¿Has tenido una actitud pasiva o activa?