El diablo negocia con Jesús

El «príncipe de este mundo» se presentó de mala gana ante Jesús –como, por supuesto, estaba obligado a hacer– para informarle de lo que venía haciendo con los hombres. Prepotente y orgulloso dijo: «Me estoy divirtiendo mucho enseñándoles a odiarse y matarse entre sí y a pervertir a los niños; he logrado que sean violentos y soberbios, que los jóvenes forniquen, se emborrachen y se droguen, y que todos roben, mientan y calumnien unos a otros».

Jesús preguntó: «Y después de todo eso, ¿qué?». «Después los arrasaré y los aplastaré en un apoteósico holocausto final», concluyó el diablo con alucinante arrogancia, soltando una repugnante carcajada. «¡Yo te los compro!», ofreció Jesús sin inmutarse.

Entre asombrado y curioso, el diablo respondió: «¿Por qué quieres a estas personas? Son traicioneras, mentirosas, falsas, egoístas y codiciosas. Jamás te amarán; te despreciarán, blasfemarán y escupirán en tu rostro». Jesús insistió: «¿Cuánto quieres por ellas, diablo?». Con odio infinito, reflejado en su mirada, y una sed de venganza que resonaba como un trallazo detrás de cada una de sus palabras, sentenció Satanás: «Quiero todas tus lágrimas y toda tu sangre». Lacónico y seguro, Jesús le tomó la palabra: «¡Trato hecho!».

Y así fue como Jesús, impulsado por un amor sin límites, pagó el precio de nuestra libertad, aun sabiendo que no todos íbamos a aceptar este insuperable regalo de salvación.

¡Feliz Semana Santa y feliz Pascua de Resurrección!

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