El Señor ha sido y es mi compañero de viaje

Juan Luis Quevedo, de 67 años, prejubilado de banca, es el responsable del Comedor Solidario Jesús Maestro y Pastor de Cáritas en Cartagena. Fue artífice de su inicio y allí continúa desde hace 10 años.  

P.: ¿Cómo empezaste tu labor en el comedor solidario?  

R.: Siempre he tenido inquietud, pero el momento de dar el primer paso fue cuando me prejubilaron, yo era director de una entidad financiera. Una vez prejubilado no me dio tiempo a respirar; yo creo que todo esto tiene una connotación lógica, que es la llamada de nuestro Señor; está clarísimo, a través de la figura de mi párroco y amigo Paco Montesinos, que me animó a integrarme en el proyecto de un comedor solidario que, desde entonces, hace 10 años, es un hecho real dando comidas y cenas dignas a quien lo necesita. 

Comencé mi andadura en este comedor, sin conocer Cáritas. La verdad es que estoy encantado de haber conocido Cáritas, porque me ha ayudado muchísimo. Empecé en el comedor y llevamos 10 años, me encargué de lo que supe. Llevo todo el tema de infraestructuras, personal… un poco de todo. Y todo esto gracias a la fuerza que da la fe, la vocación de ayudar al prójimo, que tengo claro de dónde viene. 

P.: ¿Cuál es el alcance de este comedor? 

R.: Contamos con cuatro supermercados que, de lunes a viernes, nos traen mercancía, además de con personas e instituciones que nos ayudan. La verdad es que estoy muy contento de gestionar este comedor en el que damos de comer diariamente a 130 personas, 365 días al año, con capacidad y con alimentos. La verdad es que no me puedo quejar, porque la fuerza que me dio en su momento el Señor la sigo manteniendo. Damos comidas todos los días del año y cenas de lunes a viernes; sábados y domingos les damos un pícnic para las noches. Además, gestionamos el comedor infantil de la Parroquia San Diego de Cartagena, que en 2020, durante la pandemia, el catering que lo llevaba tuvo un problema y dejó de servir; desde entonces nos encargamos de las comidas allí todos los días del año, a una media de 27 niños. A lo que se suma el Hogar Sagrada Familia de Cáritas, que acoge a unas 14 personas, a las que también damos de comer. Más las 89 diarias del comedor, que cuenta con 110 voluntarios.  

P.: Personalmente, ¿qué te supone este servicio? 

R.: Para mí, es una gratificación el poder ayudar, el poder ser solidario, tener una gran empatía con todo el mundo que entra aquí. A mí me ha dado mucho, me ha engrandecido en muchos momentos de mi vida. En especial momentos como la cena de Nochebuena, en la que servimos un grupo muy reducido de voluntarios, entre los que estoy. Eso es impresionante. Mi disposición es total y tengo una satisfacción plena en llevarlo a cabo día a día. 

P.: ¿En qué te ayuda en tu vida de fe?  

R.: Me siento pleno y satisfecho en ayudar a los que sufren y a los más necesitados. Esta labor me ayuda, básicamente, en todo. Me ha reforzado mi fe, muchísimo. El Señor siempre ha estado presente en mi vida, pero esto ha sido algo muy profundo, me ha llenado, me ha dado fuerza para todos los días estar aquí. He pasado problemas de todo tipo, pero el Señor ha estado siempre a mi lado, ha sido y es mi compañero de viaje.