Ayudar a los más necesitados es todo un lujo

Asensio Martínez, más conocido como Chencho, tiene 59 años. Este cartagenero, funcionario del Estado con destino en la Aduana, es coordinador del proyecto «Ola de frío», de Cáritas, por medio del cual recorren las calles visitando a las personas sin hogar. 

1.- ¿Cómo ha sido tu paso por Cáritas? 

Mis comienzos en Cáritas fueron como voluntario del Comedor Solidario. Gracias a Juan Isidro Ros tuve conocimiento del Proyecto Ola de frío, así que empecé a salir con ellos y, como yo digo, es una cosa que engancha rápidamente, y ya han pasado más de 12 años. Posteriormente, vimos la necesidad de dar un paso más y nos embarcamos en fundar el Hogar Sagrada Familia. 

2.- Estar con los más desfavorecidos debe ser complicado a veces… 

Al principio era muy difícil al regresar a casa poder conciliar el sueño. Hay situaciones que ves en la calle que no deberían estar sucediendo. Es duro ver cómo personas que, por distintas circunstancias, por mucho que les ayudes, se van deteriorando, y no mejora su situación. Es muy difícil digerir eso. Pero hay que reconocer que también hay momentos buenos. Es reconfortante cuando consigues sacar de la calle a una sola persona. Piensas que ha merecido el esfuerzo, aunque solo se haya conseguido con una. 

3.- ¿Realizáis alguna oración antes de salir? 

Los que participamos de este proyecto siempre, antes de cada salida, nos encomendamos a Jesús y a la Virgen para que nos dén fuerzas y sepamos atender como se merecen a estas personas, que de alguna manera representan a Jesucristo. 

4.- ¿Has vivido algún momento especial en este servicio que te gustaría compartir? 

Son muchos los momentos vividos, tanto buenos como malos, pero destacaría, sobre todo, a esas personas que algunas veces nos han dicho que no querían alimentos, ropa, mantas, etc. Que lo único que deseaban era que alguien les hablase y ahí que me veías, tanto a mí como a mi grupo, sentados junto a ellos en el suelo, dentro de un cajero… charlando sobre cualquier tema. Esto les daba la vida, puesto que como decían, parece que no existen cuando van por la calle, que la gente ni los mira. Para ellos, el simple hecho de llamarles por su nombre les da ánimo y esperanza de que algún día podrán salir de esta situación. 

También ha habido momentos malos, como personas que después de estar tratándolas durante varios años, teniendo cierta confianza con ellas, han fallecido en la calle. Esto es lo más duro que se puede vivir. 

5.- ¿Animarías a otros a ayudar a los demás en proyectos como este? 

Tengo dos hijas, una de 28 y otra de 19 años, que desde que cumplieron los 18 están totalmente integradas en los proyectos de Cáritas. Basta decir que mi hija mayor conoció a su novio en una salida de Ola de frío, y él también es voluntario. En cuanto a mi hija pequeña, que estudia fuera de Cartagena, en periodos vacacionales siempre se incorpora. Así que, si me preguntan que si animaría a otras personas, pues claro que lo haría y lo hago habitualmente. Ayudar a los más necesitados es todo un lujo. Es un trabajo que se hace desde el corazón.