Mujeres fuertes

¿Qué tienen en común Raquel; María, la hermana de Moisés; Judit o la reina Ester? El peregrino que llega al Camarín del Santuario de la Virgen de las Virtudes, en Villena, las encuentra a la altura de sus ojos. ¿Por qué están allí? ¿Qué representan? La primera es Raquel, esposa de Jacob, madre de José y Benjamín, ella es la oveja-pastora, perenne intercesora en la tradición judía. Desde niño me fascinó la valentía de Miriam, también en el camarín, que escondida vigila el paradero de su hermano, depositado en los juncos de la ribera del Nilo, aquel que fuera salvado de las aguas sería después –en el Mar Rojo– el libertador de Israel; Miriam, por tanto, es fraternal testigo de la salvación. La más controvertida es Judit que lleva en su mano la cabeza de Holofernes, el asirio decidido a aniquilar la ciudad de Betulia. Ester es la cuarta representada en el camarín: sigue el consejo del viejo sacerdote y arranca del corazón de Asuero la liberación de Israel evitando un genocidio.  

Las cuatro son sencillas, jóvenes, bellas, fieles a Dios y por su fe y su valor serán veneradas como mujeres fuertes, muy fuertes. Son las mujeres fuertes de la Biblia. Todas ellas prefiguran a María de Nazaret, la madre de Jesús. Les invito a indagar en sus vidas y hazañas y a encontrar en las cuatro los paralelos exactos con las virtudes de María, la madre del Señor. En ellas ya están anticipadas las virtudes teologales y las virtudes cardinales: la fe, la esperanza, la caridad, la prudencia, la justicia, la templanza y muy en especial la fortaleza.

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