

Solemnidad del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo
X domingo del Tiempo OrdinarioCon las palabras del Papa Francisco para este día tan solemne podemos afirmar que el día del Corpus no es un simple recuerdo, sino un hecho; es la Pascua del Señor que se renueva por nosotros. Jesús nos permite celebrar su presencia real, participar de su Cuerpo y de su Sangre, en la Santa Misa, a través de los signos de pan y vino. Él se hace presente en medio de nosotros, se acerca y se nos da en cada eucaristía y cantamos con fuerza: Dios está aquí. Cristo se hace ofrenda en la cruz, se hace presente en el sacrificio eucarístico y comunica al creyente su dinamismo de amor generoso. El banquete eucarístico nutre a los fieles con el Cuerpo y la Sangre del Cordero divino, inmolado por nosotros y nos da la fuerza para seguir sus huellas (Cfr. 1 Pe 2, 21).
Jesús es el modelo perfecto de amor, por eso nos puede pedir que seamos generosos, entregados, de corazón grande… La solemnidad del Corpus actualiza nuestra identidad, en la Eucaristía Jesús nos hace testigos de la compasión de Dios por cada hermano y hermana. Nace así, en torno al Misterio eucarístico, la necesidad de ponernos al servicio de la caridad para con el prójimo. Abrid los ojos y veréis que es posible esta forma de vivir, asomaos a las actividades de Caritas y comprobaréis que la gente que trabaja por los más necesitados son tus vecinos, tus amigos, gente normal, pero que se han creído la fuerza que tiene la caridad y, sencillamente, se fían de Dios ofreciéndose a sí mismos en tareas de servicio. La capacidad del amor al prójimo nos viene como un don de Dios y es una tarea que no puedes olvidar, porque lo hemos aprendido del ejemplo de Jesús, que fue capaz de derramar hasta la última gota de su sangre para rescatarnos del pecado y de la muerte, para darnos la Vida.
Dios es el origen de la caridad, porque Dios es Amor y lo que nos debe caracterizar a los cristianos no puede ser otra cosa que el amor, el cristiano es un ser que ama. Esto es lo que nos define, lo que nos ha regalado el Señor y es lo que se nos pide, que no lo perdamos nunca, permanecer siempre en el amor. Una persona que ama mantiene los ojos abiertos a su alrededor, cuida especialmente a los hermanos con un celo samaritano y se hace eco de sus necesidades sin pasar de largo. Pero esto es obligación también de la comunidad y de la Iglesia, nos lo recuerdan los apóstoles: Queridos, si Dios nos amó de esta manera, también nosotros debemos amarnos los unos a los otros” (1Jn 4,11).
El Corpus Christi es una fiesta Eucarística, una fiesta que avivará nuestra experiencia de fe y esta experiencia nos lleva a la caridad, por eso, aprovechemos para ayudar a Caritas y la labor que está haciendo, su cercanía a los necesitados. Otra posibilidad que tienes es pensar si tienes un poco de tu tiempo para ayudar en Caritas participando en el voluntariado. Dios os bendiga.
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