Reflexiones semanales
16 de abril 2023

Se llenaron de alegría

II domingo de Pascua

El primer día de la semana, en domingo, el grupo de los Apóstoles experimentó la presencia del Señor y «se llenaron de alegría». El Señor les dio su Espíritu, les envió como el Padre le había enviado a Él, les dio el encargo de la reconciliación, del perdón de los pecados. Precisamente, en la vista al Santo Padre en este mes de marzo, me pedía el Papa que le dijera a los sacerdotes que potencien el sacramento de la Reconciliación, que sepan perdonar como el Señor lo hace, que lo imiten en saber acoger, que perdonen con el cuidado y con la delicadeza de Dios, con generosidad. Lo recuerdo con alegría y siento que el Papa Francisco estaba en Pascua, trasmitiéndome el mismo mensaje de paz y perdón que escuchamos en el Evangelio de la boca del Señor. Aquellos discípulos y todos nosotros tenemos la experiencia de cómo Cristo resucitado, presente en nuestra vida los siete días de la semana, nos muestra su cercanía de un modo especial, nos da su Espíritu, nos comunica su paz, nos envía a anunciar la reconciliación y alaba nuestra fe... También nosotros nos alegramos de ver a Cristo, que se da como alimento en cada Eucaristía.

En estos domingos veremos cómo la primera preocupación del Señor será reunir a los discípulos para fortalecerlos después del escándalo de la cruz. El Resucitado nos reúne para confirmarnos en la fe, para crecer en la fe. Creer, nos dice el evangelio de este domingo, es renunciar a ver con los ojos de la carne, a tocar con las manos o a meter el dedo en las heridas del Crucificado para identificar al Resucitado. Creer es buscar y encontrar al Señor, nuestro Dios, en la asamblea de los que creen que Jesús es el Mesías, de los que encuentran en los sacramentos la vida que ha brotado de la cruz; creer es ver a Jesús en el prójimo, en los pobres y necesitados, en la gente que te rodea, familia, amigos, compañeros, hasta en los alejados; es verlo en el día a día en nuestras responsabilidades, donde se va haciendo presente con una presencia vivificante, que nos reúne por medio del Espíritu en la Iglesia para escuchar el Evangelio y partir para nosotros el pan.

La tarde del primer domingo de Pascua, Jesús resucitado dio el Espíritu Santo a los Apóstoles, exhalando su aliento sobre ellos. El Espíritu es el aliento de la nueva creación, es la fuerza que reciben los Apóstoles que los hace hombres nuevos, personas de paz y servicio, capaces de ofrecer a todos un mundo nuevo, una nueva creación. El Señor nos regala ser muy felices por el encuentro con Él. Cada día nos debemos preparar para un encuentro con el Señor resucitado, porque nos dará coraje y valentía para seguir adelante con la llamada a evangelizar, con la misión. Recordad que somos el cuerpo de Cristo, porque somos la Iglesia, y que estamos llamados a continuar la obra del Padre. Esto lo podemos ver al final de los tres evangelios: «Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo». ¿Te crees esto? ¿Nos creemos, de verdad, que hemos recibido un mensaje que puede interesar a la gente, que puede transformar el mundo?

Dejemos que el Señor, hoy, como aquel primer domingo, nos llene de alegría. Pidámosle que nos haga participar de su Pascua, que es pasar de la muerte a la resurrección, de la muerte a la vida. El Señor nos envía, quizás con las manos vacías y sin bolsa, pero con el corazón a rebosar de su paz y de su Espíritu Santo.

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